Más allá del sensacionalismo de algunos medios, la ignorancia de ciertos comunicadores y las distorsiones que nos llegan a diario sobre el estado actual del mundo, hay que reconocer que no todo es negativo en lo que está sucediendo sobre nuestro planeta; que, aunque queden muchas retos por afrontar y muchos fuegos bélicos, económicos y sociales que apagar, estamos viviendo una época extraordinaria. Los progresos del último siglo gracias a los avances tecnológicos y científicos están acelerándose de tal forma que la humanidad tiene en sus manos, en la actualidad, el mayor potencial para crear un mundo mejor, para preservar lo que tenemos de bueno y transformar escasez en abundancia.

También el mundo empresarial se transforma; caminamos imparablemente hacia la cuarta revolución industrial y son precisamente los avances tecnológicos los que están sacudiendo los cimientos de las empresas. Las tendencias que hasta ayer eran de futuro ya son una realidad y la fábrica inteligente, como factor clave de competitividad en un mercado global de alta demanda y con altos requerimientos de personalización y diferenciación de productos y servicios, se hace visible gracias a la industria 4.0 en muchos países avanzados.

Para hacer frente a las nuevas circunstancias que se imponen en el mercado, es necesario implementar un nuevo modelo productivo con el fin de que las fábricas ganen en capacidad de reunir datos de interacción, al mismo tiempo que alcanzan una mejora en la flexibilidad e individualización de los procesos de fabricación.

Es fundamental, por tanto, hacernos en estos momentos de cambios disruptivos, estas preguntas: “¿Qué tecnologías pueden hacer a mi empresa más inteligente? ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo ser los mejores?”. Para responder a esta pregunta es necesario mirar a nuestro alrededor. No existe empresa ni empresario, profesión ni profesional que pueda prosperar en el aislamiento de su torre de marfil. Es por tanto necesario dotar a nuestras empresas de una alta capacidad en el manejo de información, ampliando nuestras miradas en busca de las mejores ideas y, así, desarrollar conocimientos de optimización y de decisión.

Ciertamente, las nuevas tecnologías en sí mismas no son las que ayudarán a nuestras empresas a avanzar, son los procesos que se ponen en marcha con ellas lo que determinan el avance. Si estos procesos no logran conectar mejor a las personas con la información, no permiten una mayor colaboración y no alientan a compartir conocimientos mejorando la productividad, los artilugios tecnológicos no servirán para nada. No es viable implementar las nuevas tecnologías sin una estrategia global de misión, visión y valores.

No se trata de acudir a bolas de cristal para saber qué hay que hacer, pero sí de mirar más allá de los límites de nuestra empresa y de nuestra región, universalizando nuestra visión para observar los tipos de cambios que está produciendo la innovación basada en la tecnología en  nuestro mismo sector en otras partes del mundo. No faltan ejemplos de empresas que se han equivocado al no reaccionar con rapidez y flexibilidad, no poniéndose al día tecnológicamente y han pagado un alto precio en forma de reducción de los resultados o con la quiebra de sus empresas.

Lo que está claro es que los cambios tecnológicos afectarán a las organizaciones y al mercado en general, que la disrupción tecnológica seguirá produciéndose y, probablemente, acelerándose en la próxima década. Es la hora de hacernos preguntas y buscar respuestas. ¿Te has preguntado en estos últimos tiempos si tu empresa es inteligente?

Carta del Director

Manuel Bellido

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