Reducir la brecha de género es prioridad en la Agenda 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, especialmente en relación a la incidencia de las mujeres en el campo de las materias STEM. El acrónimo STEM -Science, Technology, Engineering and Mathematics- indica todos aquellos campos de estudio y puestos de trabajo en tecnología, informática, matemáticas y ciencias físicas, un entorno en el que las mujeres todavía son una categoría muy poco representada.

Me ha llamado la atención leer recientemente en un estudio publicado por la UE que, si hubiera el mismo número de hombres y mujeres en el mercado laboral digital, el PIB anual de la UE podría crecer en 9.000 millones de euros. Por eso, y por otros motivos, se hace cada vez más necesario despertar el interés por las disciplinas STEM en niñas y jóvenes. En España, el interés por estas materias se suele presentar alrededor de los 11 años para disminuir después cerca de los 17, precisamente cuando los estudiantes se preparan para escoger una carrera universitaria. La realidad es que el número de niños que se imaginan a sí mismos como profesionales de las TIC, científicos o ingenieros, es mucho mayor que el de niñas, y así lo revela el programa de la OCDE para la Evaluaciónn Internacional de Estudiantes (PISA). De estos datos se deduce que los gobiernos, los docentes y los padres tienen a disposición solo cuatro o cinco años para intervenir, antes de que la elección de una carrera profesional sea definitiva.

Hablando con algunas jóvenes, recientemente, he llegado a la conclusión de que, aun estando la mayor parte de las chicas convencidas de que pertenecen a la primera generación en la que hombres y mujeres tienen iguales oportunidades en todos los ámbitos sociales, muchas piensan que no se dan las mismas oportunidades de empleo en ámbitos STEM. A esto hay que añadir los estereotipos en algunas profesiones y la falta de modelos y referentes que contribuyan al nacimiento de vocaciones en estas disciplinas.

Observando este panorama, concluyo que efectivamente queda mucho por hacer y, al mismo tiempo, creo que no faltan instrumentos prácticos para estimular la participación de las jóvenes y modificar la situación.

Por ejemplo, dando más visibilidad a modelos y referentes femeninos en profesiones STEM, aumentando el número de experiencias prácticas en el periodo escolar dentro y fuera de las aulas, involucrando a los profesores y tutores en la tarea de hacer nacer más vocaciones en estos ámbitos, intentando comprender cómo aplicar los estudios STEM a situaciones reales del mundo laboral y actuando en consecuencia, generando mayor confianza sobre el hecho de que tanto mujeres como hombres tendrán, en estos sectores, un trato paritario en el ámbito laboral. 

Sería bueno que el mundo académico y político probasen a estar más interconectado en estos temas, que se cuestionaran sobre estas desigualdades, no solo produciendo informes con datos y estadísticas, sino generando proyectos concretos para romper de una vez por todas esos muros de cristal que claramente no benefician ni a la economía, ni al desarrollo integral de nuestra sociedad.

por @mbellido

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