Si nos atenemos al calendario, el “Año Nuevo” empieza el primero de enero; pero esta constatación no corresponde del todo a la realidad. La gran línea de separación entre un año y otro, en muchos países occidentales, parece que se halle determinada por las vacaciones estivales. De hecho, antes del verano queremos dar ya por finalizadas las tareas más importantes, y tratamos de llevar a buen término casi todos los objetivos previstos para ese año.

Sabemos que durante las vacaciones, quien puede para muchas actividades, deja aparcados proyectos y pospone decisiones, tratando de conseguir así un respiro después de la acelerada actividad de los primeros trimestres. Y digo quien puede, porque siempre hay que ser previsores y estar atentos por si surge demanda de algún producto. Ni siquiera en verano se pueden perder oportunidades de hacer negocio.

Después del verano nos toca pertrechar los nuevos presupuestos y terminar de recoger lo que se venía sembrando desde primeros de años, culminando así, y éste es un deseo para todos, un ejercicio provechoso en volumen de negocios y beneficios. Los próximos meses pasarán tan deprisa que cuando nos queramos dar cuenta estaremos ya comiendo polvorones.

De todas maneras, tengamos o no la perspectiva de un nuevo curso, y de una nueva singladura, y después de un aterrizaje más o menos forzoso, nos hemos enfrascado ya en viejos quehaceres rutinarios; quizás, hemos vuelto decididos a plantearnos nuevas actitudes y probablemente también estamos retomando raídos problemas que veníamos arrastrando a lo largo de todo el año, ya que aunque durante el período estival hayamos tomado la decisión deliberada de dejar a un lado ciertos quebraderos de cabeza, a la vuelta los hemos encontrado esperándonos intactos en el umbral de la oficina.

También nos aguarda la recta final hacia el Efecto 2000, coyuntura que podrá servirnos para despuntar por fin en todo lo relacionado con Internet y con la “electronic business” para no arriesgar la marginación de los mercados globales.

En el escenario político, mientras que por una parte nuestros flamantes alcaldes no han tenido aún tiempo de deslumbrarnos con impresionantes medidas, por otra, se vuelven a vislumbrar convocatorias electorales. Aún no hemos tenido tiempo de salir y, tal vez, de olvidar el torbellino de las últimas elecciones y con toda probabilidad a la vuelta de la esquina tendremos que volver a preguntar de nuevo, con la papeleta en la mano, y camino de las urnas: ¿quién lavará más blanco?. Y tendremos que estar atentos y no pecar de ingenuos, ya que como decía un amigo, al menor descuido, no compraremos el detergente que lave más blanco, sino el que mejor campaña publicitaria logre montar.

En lo que respecta a nuestra economía, a la de nuestra región, la evolución por una parte es prometedora y por otra parte no faltan motivos para estar preocupados. El horizonte de los proóximos meses parece optimista según los analistas: la economía andaluza crecerá un 4,1% a pesar del mal año agrario. Tendremos 2.030.000 personas empleadas, un 4.5% más que a finales de 1998. El consumo seguirá siendo el motor de la economía regional y por lo que repecta a la industria, la construcción y el turismo también tendremos buenas noticias ya que crecerán por encima del 10%. Por otra parte, y aquí se inician las preocupaciones, no ha llovido suficientemente, ni lloverá, y contra la sequía podemos hacer bien poco, así que nuestra ganadería y nuestra agricultura sufrirán dañinas consecuencias, experimentando una evolución negativa en su facturación con respecto a 1998.

Está visto que no podemos dormirnos en los lareles. Es preocupante saber que Andalucía, según un estudio facilitado por la Fundación de Cajas de Ahorro Confederadas, está a la cola en los índices de convergencia real económica por habitante de la UE, o dicho de otro modo, estamos todavía lejos de equipararnos con la calidad de vida, el empleo o el desarrollo que disfruta la media de los países europeos.

Septiembre es un buen mes para retomar las riendas de nuetras empresas, ejercitar la voluntad para cambiar a más y mejor, sin olvidar que sólo aquellas que entiendan el cambio que supone la globalización de los mercados y el desarrollo tecnológico, tendrán éxito en la próxima década. Ejercitar el arte de conformar un buen futuro resulta siempre un ejercicio estimulante y un reto imprescindible.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com