Desde hace días vengo preguntando a personas que me expresan su opinión sobre la Reforma Laboral, si se han leído su contenido o si saben de ella por las noticias aparecidas en los medios de comunicación y las declaraciones de los líderes políticos y sindicales. El 99% de las respuestas me dicen que el conocimiento proviene de noticias y declaraciones. Lo mismo me ha pasado cuando he preguntado sobre los supuestos recortes en educación y sanidad. He preguntado cuáles eran específicamente esos recortes, en qué se recortaba y cuánto. La mayoría tampoco sabía darme una respuesta.

En mi opinión, la Reforma Laboral, el Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral aprobado recientemente por el Gobierno, tiene muchas posibilidades de ser provechoso para el mercado de trabajo español, aunque también estoy convencido de que para generar empleo es necesaria una política complementaria de reactivación de la actividad económica. Desde la promulgación del Estatuto de los Trabajadores en 1980 se han aprobado numerosas reformas, pero coincido con muchos analistas en que, a diferencia de las anteriores, la actual tiende a resolver algunos problemas de competitividad con los que se enfrentan las empresas hoy, así como a potenciar su capacidad organizativa a través de más instrumentos de flexibilidad.

Muchas veces se lanzan mensajes desestabilizadores para posicionarse desde ciertos púlpitos sobre argumentos del contrario, no porque no se esté de acuerdo o se tenga una idea mejor, sino porque la militancia manda estar en contra. Y a veces los mensajes que mandan a la sociedad ciertos líderes políticos y que amplifican los medios afines son como el desplume de una gallina en una esquina donde sopla el viento. A ver quién es capaz de recoger después esas plumas y volver a vestir a la gallina. Intoxica que algo queda, diría un amigo.

He leído la Reforma laboral y sinceramente no he encontrado atentados contra nadie y menos contra los trabajadores. La formación profesional, el contrato para la formación y el aprendizaje, el nuevo contrato de trabajo por tiempo indefinido de apoyo a los emprendedores, el contrato a tiempo parcial, el teletrabajo, las medidas para favorecer la flexibilidad interna en las empresas como alternativa a la destrucción de empleo, las novedades en materia de despido, la conciliación de la vida laboral y familiar, la capitalización de la prestación por desempleo, el control de la incapacidad temporal y el control de la lucha contra el fraude, todo ello puede contribuir a frenar una sangría de paro y abonar un terreno adecuado para poder crear trabajo. Quizás hemos llegado al punto de tratar de eliminar las rigideces del mercado de trabajo o no salir nunca de la crisis. Lo peor que nos puede pasar es que todo siga igual, pero creo que cinco millones de personas sin trabajo se merecen una oportunidad, como también se merecen una oportunidad todas aquellas miles de empresa que están al borde del cierre. ¿Dónde parece estar uno de los escollos para los sindicatos? Pues en la reforma de la negociación colectiva y el poder llevarla a cabo a nivel de empresa. Las razones las desconozco aunque algo intuyo sobre las motivaciones en contra. Sinceramente creo que la aplicación de este apartado de la reforma puede ser una de las llaves para empezar a generar puestos de trabajo.

El sentido común nos lleva a preguntarnos qué es mejor: ¿acudir a los despidos o al cierre de empresas, o flexibilizar los convenios y las rebajas salariales y mantener los puestos de trabajo ajustándose a la crisis?

Que cada uno respalde sus opiniones con hechos.Manuel Bellido
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por @mbellido

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