“Se ha vuelto a demostrar la función y el compromiso social de la empresa”

La crisis sanitaria COVID-19 ha impactado sobre la salud de todos y también sobre la salud de las empresas. ¿Cómo definiría este momento? ¿Cómo lo han asumido las empresas?

Sinceramente como uno de los momentos más complicados, si no el que más, de nuestra historia reciente. En primer lugar está, por supuesto, el profundo dolor por la pérdida de tantas vidas humanas, por la tensión que todos hemos acumulado, por esas personas ancianas aisladas en sus propias casas, o en habitaciones de las residencias de mayores. Esa inquietud al contagio de algo que sabemos que está ahí, pero que no vemos, ni se manifiesta hasta que pasan unos días. Y esta importante preocupación se ha trasladado a las empresas. Creo que nadie ha reparado en que ha sucedido algo muy grave: se ha dejado en suspenso el derecho a la libertad de empresa. De un día para otro, como consecuencia de la Alarma Nacional, a muchos empresarios y autónomos les han dicho: mañana no puedes ejercer tu actividad, mañana dejas de facturar o lo haces en unas condiciones en las que, por ejemplo, no te puedes relacionar con tu cliente. Es cierto, que no todos los sectores se han visto obligados al cierre, pero incluso al principio, se ha notado que se podían romper las cadenas de suministro, que se tenía que instaurar un proceso de teletrabajo que aún no estaba generalizado en nuestro mercado laboral, o que por ejemplo, teníamos que adoptar medidas preventivas, sin que existieran medios técnicos para hacerlas efectivas, lo cual ha generado una importante tensión, a la vez que la consecuente paralización de nuestra actividad.

¿Cree que hubiera sido posible alguna alternativa menos traumática, que no implicase el cierre de actividades?

Sinceramente no lo sabemos. Hemos mirado lo que sucedía en otros países de nuestro entorno y ha existido una casuística muy variada. Lo que sí hemos mantenido a lo largo de todo este tiempo es que por muy grave que fuera la situación económica, lo más importante e inmediato era la lucha contra la enfermedad. Solo la victoria sobre la misma nos permitirá recuperar la confianza necesaria para continuar con una economía activa y moderna. La segunda idea que hemos trasladado con carácter general, es que es mucho más eficaz mantener la actividad de las empresas que empezar de cero, y por tanto, hemos instado a la adopción de medidas que tuvieran como objetivo seguir produciendo, seguir facturando, para sostener a las empresas en el mercado, lo cual es esencial en todo sistema económico. Y en tercer lugar, y es el trabajo que ahora nos corresponde a todos, que la recuperación social y económica, la reactivación, solo va a ser posible a través de estimular nuestra economía, y por tanto, a nuestras empresas.

¿Han encontrado las empresas las respuestas adecuadas, por parte de las administraciones públicas, a su situación?

Las organizaciones empresariales hemos solicitado cuestiones bastante sensatas desde el primer día de alarma, como por ejemplo, la moratoria en el pago de impuestos o seguros sociales. La celeridad en la implantación de medidas para facilitar la flexibilización de los recursos humanos, o medios para garantizar la liquidez de las empresas. La respuesta ha sido muy dubitativa y, sobre todo, muy retrasada en el tiempo. Nos hemos encontrado que se acordaba la moratoria de un pago, como el de autónomos, horas antes de que ya fuera exigible. Por otra parte, ha sido habitual que haya existido una cierta discrepancia entre lo que política y mediáticamente se anunciaba y la realidad que luego aparecía en el BOE, creando incertidumbre. Por no hablar de cómo se ha gestionado todo lo relativo a la aplicación de los ERTE desde el punto de vista normativo, e incluso del retraso en abonarlos. Pero en todo caso, sobre todo a nivel nacional, lo que ha faltado es demostrar una convicción en querer ayudar a las empresas. Nosotros no hemos percibido ese compromiso, esa certeza de que sí o sí había que ayudar a las empresas. Es más, en algún caso desde el Estado han salido ideas como que se quería evitar que los empresarios aprovechasen esta coyuntura para lucrarse o, incluso, representantes políticos han atribuido la mortalidad en las residencias de ancianos a que éstas estaban en su mayoría gestionadas desde el ámbito privado.

En el caso del mercado laboral, han sido cientos de miles de trabajadores los que se han acogido a un ERTE, es decir, el Estado en ese caso ha funcionado adecuadamente…

Creo que se agotarían los adjetivos para definir la actitud del Gobierno de España en relación a su gestión, al menos desde un punto de vista normativo, de las relaciones laborales en este período. Y no lo digo, por el contenido de las mismas, que siempre serían discutibles desde visiones ideológicas o técnicas, sino por su actitud arbitraria y poco conciliadora. Objetivamente se puede acudir al BOE y analizar la realidad. En el primer Decreto Ley del Gobierno de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19, el 17 de marzo, se decía expresamente, porque así lo habíamos acordado en el marco del diálogo social las organizaciones sindicales y empresariales, que eran necesarias medidas que proporcionasen flexibilidad para el ajuste temporal de las empresas con el fin de favorecer el mantenimiento del empleo. Entonces, al Gobierno le interesaba hacer suyo el Diálogo Social. Pero justo 10 días después, el 27 de marzo, otro Decreto Ley, sin acuerdo previo alguno, venía a introducir elementos altamente perjudiciales para la común gestión empresarial, como la prohibición del despido por causas asociadas a esta crisis o vincular la duración del ERTE al mero período de Estado de Alarma. Por no hablar de esa figura del permiso retribuido recuperable, medida que debería haberse negociado mínimamente para evitar toda la casuística que está por llegar y que va a tensionar las relaciones en las empresas. Este ejercicio de “monólogo social” se acompañó, además, de declaraciones poco amigables hacia las empresas, pero así, y todo en un gran ejercicio de responsabilidad, CEOE volvió a sentarse con el Gobierno y se acordó un nuevo marco de relaciones para los ERTE, con su extensión hasta el 30 de junio. Este acuerdo se publica en el BOE el 13 de mayo. Pues bien el 20 de mayo, solo siete días después de este segundo acuerdo, y con las mesas de Diálogo Social abiertas, los partidos que sustentan al Gobierno firman un acuerdo por el cual van a proceder a la derogación íntegra de la reforma laboral, es decir, van a cambiar otra vez las reglas sobre la marcha desde el estricto ámbito político. Insisto, este es un relato extenso pero tremendamente objetivo de la falta de transparencia y rigor del actual Gobierno de España. Sin entrar en los contenidos de lo que se aprueba o se deja de aprobar, se percibe falta de confianza y coherencia en este Ejecutivo.

Y la Junta de Andalucía, ¿también ha tenido esta actitud poco amable con la empresa?

Con rigor puedo decirle que al contrario, hemos encontrado una actitud muy positiva y colaborativa con las empresas. En el caso de los ERTE, por ejemplo, la Junta, y cuando hablo en este caso de la Junta no son solo los responsables políticos, sino también los funcionarios, han sido conscientes de la importancia de una tramitación acelerada y nos consta que así se ha hecho. Incluso quiero agradecer que tanto nosotros, como las centrales sindicales, hemos estado siendo informados puntualmente del número de expedientes resueltos y de trabajadores afectados. Además, a pesar de que la competencia corresponde al Estado, la realidad es que hemos mantenido una interlocución diaria a todos los niveles, para afrontar las distintas casuísticas y dudas que iban surgiendo en el ejercicio de la actividad productiva. Esta misma colaboración, y así los hemos reconocido del Ejecutivo Andaluz, también la hemos encontrado en la Delegación del Gobierno de España en Andalucía, así como como en la FAMP.

En estos meses se ha hablado mucho de la “desescalada”, pero para las empresas lo que ha llegado es el momento de la ‘re-escalada’. ¿Qué tendríamos que poner en la mochila de las empresas para facilitar el ejercicio de su actividad?

Creo que hay que llenarla de seguridad jurídica, de financiación suficiente, de relaciones laborales flexibles adaptadas a las nuevas necesidades, de protocolos sanitarios de actuación, de políticas públicas de promoción de la actividad económica y empresarial, pero sobre todo de una clara apuesta por la empresa por parte de las administraciones públicas. No podemos olvidar que esta es una crisis de origen estrictamente sanitario, de carácter universal y ajena al mundo empresarial, a nuestro sistema productivo. Por tanto, no se trata de cambiar nuestro modelo productivo, ni de volver a una “nueva normalidad”, se trata de volver a la “normalidad de antes”, que hacía que Andalucía estuviese creciendo a un ritmo del 2% basado en sus grandes fortalezas, como son el turismo, la agroindustria o la internacionalización de nuestra economía.

Ahora que cita el turismo, ¿cómo están afectados los sectores y cómo van a afrontar su recuperación?

En una dinámica de desaceleración absoluta hay sectores que, por supuesto han sufrido y van a sufrir más esta crisis. El turismo es el que primero se nos viene a la mente, porque no podemos olvidar que se ha prohibido la movilidad de las personas y es imposible que exista la actividad turística, si no tenemos visitantes. Pero en la misma situación, están otros como el comercio no alimentario, los organizadores de eventos, multitud de autónomos de servicios personales, etc. Otros, aunque han podido ejercer su actividad, el ejercicio de la misma ha sido una auténtica debacle económica. Es el caso de los sectores concertados con las administraciones públicas, como el transporte o la salud, que han tenido que mantener su oferta sin tener demanda, o el sociosanitario, muy duramente castigado económica y socialmente.

Dado que Ud. siempre tiene una visión positiva de las circunstancias, ¿qué podemos sacar de positivo de esta crisis? Si se puede sacar algo…

Pues estoy convencido que sí. Le citaría telegráficamente hasta cuatro conclusiones positivas de esta crisis. La primera y más obvia, que se ha vuelto a demostrar la función y el compromiso social de la empresa. No me voy a extender, pero son cientos y cientos las acciones solidarias que las empresas, de todos los tamaños, han puesto en marcha y ejecutado en estos momentos para contribuir a paliar las graves consecuencias de esta crisis para las personas más afectadas. En segundo lugar, se ha demostrado fehacientemente y espero que para siempre que no es cierto que solo la provisión pública de bienes y servicios garantiza su satisfacción para la ciudadanía. En este período se han declarado como servicios esenciales actividades que solo y únicamente han sido prestadas desde lo privado y el funcionamiento ha sido excelente. Desde el comercio de alimentación (que no se ha visto desabastecido en ningún momento), hasta las telecomunicaciones, con los canales al máximo de funcionamiento, pasando por la prestación energética, la farmacéutica, las entidades financieras, la logística y el transporte, las asesorías, la limpieza y seguridad privada, etc. En tercer lugar, que toda crisis siempre es una oportunidad para la innovación y el cambio. Hemos visto como muchas empresas han cambiado su actividad productiva, adaptándose a las necesidades del mercado. Esperamos que ahora consoliden esas situaciones y sigan generando empleo y actividad. Y finalmente, como aspecto positivo, destacaría la labor de las organizaciones empresariales a las que quiero felicitar. Ha sido un trabajo de gran intensidad, a lo largo de todos los días de la semana incluyendo festivos. Ejerciendo una función indispensable de información constante, tanto hacia las empresas, como hacia las administraciones con las que el contacto ha sido continuo. Y al mismo tiempo, ejerciendo esa función reivindicativa que nos corresponde en el desarrollo de nuestra representatividad. CEA y sus Organizaciones Territoriales y Sectoriales, podemos estar orgullosas de nuestra vocación de servicio, nuestra capacidad de presentar iniciativas y hacer propuestas en beneficio de nuestro amplio tejido empresarial andaluz, formado por grandes empresas, pymes, micropymes y autónomos.

Manuel Bellido
«Se trata de volver a la “normalidad de antes”, que hacía que Andalucía estuviese creciendo a un ritmo del 2% basado en sus grandes fortalezas, como son el turismo, la agroindustria o la internacionalización de nuestra economía»
«Creo que nadie ha reparado en que ha sucedido algo muy grave: se ha dejado en suspenso el derecho a la libertad de empresa»
«Lo que ha faltado es demostrar una convicción en querer ayudar a las empresas»

por @mbellido

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