Las puertas de las oficinas de Agenda de la Empresa han vuelto a abrirse. De nuevo el ir y venir de papeles y el sonido del teléfono y de las impresoras han vuelto a dar vida al ambiente en el que cada mes nacen nuestras revistas, y con estos ruedos han vuelto a llegar los “ruidos” de fuera, de la sociedad que nos rodea, con su conquistas y sus fracasos, con empresas que cierran y empresas que abren, con emprendedores que triunfan y con aquellos que no consiguen encontrar el rumbo.
A veces resulta chocante, después de un período de vacaciones, volver a toparse con la actualidad que se baraja en la calle y que es tema de conversación en cada tertulia: la elaboración de los presupuesto del Estado abrirán las puertas al euro y que seguirán peleando por reducir el déficit público, el nuevo impulso al proceso de privatización que lleva adelante el Gobierno, la evolución de los tipos de interés, la evolución de la peseta frente al dólar, la situación de la bolsa y la salida a los mercados financieros de nuevas empresas pequeñas y medianas con posibilidades de expansión y crecimiento. Éstos y otros temas que estaban esperando nuestro regreso ya han comenzado a tomar vida y a entremezclarse con aquellos otros más cercanos, que están relacionados con nuestro entorno, con nuestro mercado y con nuestra propia empresa.
He tenido ocasión de asistir, durante el mes de agosto, a varios cursos de verano, cuyo denominador común ha sido la UE, y la globalización de los mercados. Mi única conclusión, después de escuchar tan interesantes conferencias, es que las cosas van a cambiar antes de lo que esperábamos. Podemos esperar lo inesperado. Y como diría Rowan Gibson, los ganadores del Siglo XXI “serán los que puedan transformar sus organizaciones en algo que se parezca a un 4X4: vehículo todo terreno con tracción en las cuatro ruedas que sea fuerte, ligero y altamente maniobrable”. Con una visión clara de dónde queremos estar mañana, abriendo nuevos senderos, creando nuevos mercados.
A veces podemos llegar a pensar que el mundo empieza y termina en nuestra propia ciudad y aunque muchos productos extranjeros atraen nuestra atención y los compramos, no somos capaces de pensar que también los productos que fabrica nuestra empresa puedan llegar a un destinatario exterior. Iniciarse en el comercio exterior como un objetivo permanente y estable de nuestra actividad empresarial puede ser la puerta que abra nuestro mejor futuro.
La Administración y otros Organismos ponen a nuestro servicio la asistencia necesaria para comercializar nuestros productos fuera de nuestra región, fomentar la exportación y hacer posible la implantación de nuestra empresa en el exterior.
Un nuevo curso está a punto de empezar y no está mal iniciarlo pensando en abrirnos paso en otros mercados con la calidad como bandera, proyectada interior y exteriormente con todas sus consecuencias, y reformulándonos así el futuro antes de que él nos reformule a nosotros.
(Suplemento informativo)
CRECER CON NUESTRA MARCA
Tras el paréntesis veraniego abierto con nuestros lectores con el número de mayo-junio, estamos de nuevo aquí, para renovar nuestra propuesta de servicios y de productos.
Estamos satisfechos de los resultados de nuestra publicación; muchos son los empresarios que nos llaman confirmándonos el aumento de notoriedad y de ventas de sus productos y servicios gracias a AGENDA DE LA EMPRESA.
Y es que un nombre conocido puede obtener un precio más alto, facilita el comercio con el detallista, representa una protección frente a la competencia y prepara el camino para nuevos productos.
La vida parece más fácil para las empresas que se sitúan en posición de solventar problemas. Un axioma del marketing americano es que la prevención es difícil de vender y que las soluciones son más fáciles.
AGENDA DE LA EMPRESA llega a las mesas de todos los empresarios con un mensaje muy positivo: “tenga a mano soluciones inmediatas”, aportando en sus páginas lo mejor de las mejores empresas.
La mera supervivencia requiere una fuerte defensa y el crecimiento necesita una gran ofensiva, y en ambos casos hay que aprovechar al máximo el potencial de la marca. Darla a conocer o no dejar que se olvide a través de un vehículo de comunicación seguro, supone que nuestros clientes puedan decir” lo conocido me gusta”. Entre dos productos similares se opta siempre por el de más calidad, pero si la calidad es similar se dejan guiar por el factor emocional.
Un viejo proverbio chino sugiere que el mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es hoy.
Y, al dar comienzo, en este otoño, a un nuevo curso, después de unas merecidas vacaciones lo más sensato que podemos hacer es empezar hoy mismo a trabajar para consolidar nuestra marca en la mente de nuestros potenciales clientes y, al mismo tiempo estudiar nuevas formas de servirles y ofrecerles nuevos medios de ayuda en forma de servicios, productos e información.
Así que nos embarcamos hoy mismo o es posible que desde ahora nos quedemos atrás.