Diálogo Social

“El Diálogo Social resulta el mejor instrumento para la gobernanza de las incertidumbres, para que, antes que esperar al futuro, decidamos de manera compartida el futuro que estamos dispuestos a promover”

 Cómo se afronta un aniversario, en este caso el vigésimo, de la constitución del CES de Andalucía?

Decía Ortega que los aniversarios deben ser ocasión para dar saltos enérgicos sobre el futuro, y en eso estamos. No obstante, para tomar impulso, es necesario acudir a la memoria, a los inventarios provisionales, y, como he advertido en alguna ocasión, a la vida de una institución le acecha el mismo riesgo que a las memorias de las personas, el incurrir en alguna suerte de descriptivismo inexpresivo de lo realmente importante. Y es que enjaular en una sucesión de datos y fechas, y aun en una somera narración de los hechos más relevantes, no puede sustituir, como un conjuro, a las cosas que realmente valdría la pena conservar en el refugio de la memoria. Los aniversarios institucionales deben ser, a mi juicio, momentos de análisis de cómo se religa nuestro obrar con nuestra existencia; momentos para verificar la teoría de lo que hacemos y de lo que deberíamos hacer, para persistir en lo que se hace bien e introducir vectores de cambio que corrijan deficiencias y eviten el anquilosamiento.

Después de esta premisa tengo que preguntarle qué considera como memorable de estos años…

Creo que, con legítimo orgullo institucional, quienes integramos el CES de Andalucía hemos contribuido a la realización de la democracia deliberativa, con la pedagogía del ejemplo, la única posible. Y es que todos nuestros dictámenes, informes, recomendaciones y propuestas se aprobaron por unanimidad, aun aquellos en que las posiciones de los grupos eran, de partida, legítimamente divergentes. Ello me ofrece la oportunidad de subrayar la actitud y generosidad en el debate de todos los miembros del CES, pues la consecución del consenso es laboriosa, ya que comporta la reconsideración, y a veces la renuncia, de posiciones propias tras atender a las razones del otro, experiencia de las que no sobran ejemplos en la vida política española, por lo que reitero, una y otra, que en el CES de Andalucía el acuerdo y la transacción no son un acto, sino un hábito. Es cierto que ello no es noticiable, porque no alienta la discordia cívica, a la que tanto apego muestra lo informativo. Nuestra forma de hacer es, en cambio, narrativa, y, en tanto que realización de la idea participativa, núcleo del relato democrático. Y ello nos da fuerza y razón para proseguir, no solo para recordar, sino, principalmente, para reencontrarnos, una vez más, con nuestras convicciones en el valor de la participación institucional.

¿Es el CES una institución de autogobierno?

Así configura al CES nuestro Estatuto de Autonomía tras su reforma, con el preciso significado político-jurídico que tal caracterización supone: la incorporación de la sociedad civil, de los agentes económicos y sociales, y del diálogo institucionalizado entre los mismos, a la esfera de las instancias de autogobierno de nuestra Comunidad. A mi juicio, una intelección coherente con dicha configuración abre al legislador todo un mapa de posibilidades que aún no han sido exploradas, pero que resultarían jurídicamente asimilables con otros preceptos estatutarios, señaladamente aquellos que refieren al Diálogo Social.

¿Cómo cumple el CES sus cometidos en el ámbito de nuestra Comunidad?

Considero que durante estos años el CES ha cumplido notoriamente su funcionalidad en el entramado institucional de Andalucía, tarea en que todos y cada uno de quienes lo conformamos hemos puesto nuestro más leal saber y entender para cumplir con el papel que el legislador le asigna; haciendo presente que eso y no otra cosa significa representar a la sociedad civil, cuya expresión formal son los grupos que lo integran, y cuya labor contribuye inequívocamente a la calidad de la democracia, desde su doble y complementaria función. Esto es, como espacio de diálogo social y como poder normativo indirecto.

¿Puede concretarme mejor?

Los grupos del CES sirven de canal de los flujos cívicos en el proceso de creación del derecho autonómico. A través de sus dictámenes a los proyectos normativos que se someten a consideración, en el CES se expresan y articulan las expectativas y valoraciones de los destinatarios de las normas. Y a día de hoy, y entre tanto no se tejen otras posibilidades, hipotéticamente factibles, me parece irreemplazable la aportación, política y pública del CES en el proceso de elaboración de las normas. En nuestros dictámenes encontrarán los interesados las observaciones generales y específicas que los proyectos nos merecen, ofreciendo alternativas de mejora desde nuestra perspectiva, avalada siempre, reitero, por un hecho de gran relevancia: expresar el consenso, laboriosamente construido entre quienes representan a la inmensa mayoría de los destinatarios de los preceptos normativos. Esa legitimidad adicional parece que está siendo entendida por el legislador, si nos atenemos a la estimación de nuestras observaciones, ya que en los últimos años ha ido acrecentándose, como se desprende de nuestros informes de seguimiento.

¿Este consenso, laboriosamente construido, como acaba de decir, podríamos entonces considerarlo como Diálogo Social?

Su pregunta me permite confesar, una vez más, mi consideración del Diálogo Social como bien público, en la utilidad de los procesos que suponen el encuentro entre diferentes formas de poder político, pues no todo poder político es “poder público”. En una institución como el CES, por su propia idiosincrasia, abogamos por el valor de los acuerdos entre los  interlocutores sociales y los gobiernos, porque la transacción actúa sobre las mutuas contrapartidas del poder público y las representaciones de intereses sociales, en torno a la dirección de la política, haciéndose así presentes en el ámbito político los intereses económicos y sociales de la ciudadanía, en procesos públicos y transparentes, que, inequívocamente, contribuyen a una mejor realización de la idea democrática.

No es la primera vez que le escucho dar peso al Diálogo Social…

Hace unos años, en esta misma revista, reivindicaba el valor del Diálogo Social desde la apreciación de que en el ámbito de la decisión política, las respuestas muchas veces parecen presididas por una suerte de solipsismo político, y donde la invocación de la intersubjetividad colectiva, si me permite la expresión, del Diálogo Social como superación y clave para formular la decisión, corre el riesgo de tener más de invocación retórica que de procedimiento elegido para el diseño de las políticas. Soy consciente de que la invocación del Diálogo Social resulta a algunos intempestiva, cuando no inoportuna. En cambio, para otros, entre los que me encuentro, es expresión de pertinencia, en tanto que recuperación del valor crítico del Diálogo Social frente a la crudeza dogmática del no hay más alternativa que la mía, donde el Diálogo Social resulta impertinente.

En tiempos de incertidumbre y de déficit de tolerancia parece buena medicina…

A los ciegos de certezas, hay que exigirles abrirse a las opiniones discrepantes, pues solo así es posible avanzar hacia la respuesta construida sobre el debate deliberativo, mediante el enjuiciamiento crítico. El juicio presupone pluralidad de sujetos, y ello obliga al pensamiento a ponerse en lugar de los demás y vislumbrar la posibilidad del acuerdo con otros. Y hoy, como siempre, el Diálogo Social resulta el mejor instrumento para la gobernanza de las incertidumbres, para que, antes que esperar al futuro, decidamos de manera compartida el futuro que estamos dispuestos a promover; de ahí la necesidad de espacios de diálogo y acuerdo para la acción social y política que oriente los procesos.

¿Además de los dictámenes preceptivos, realizan otro tipo de informes y actuaciones?

Evidentemente, es visión compartida por todos los miembros del CES que nuestra actuación no puede quedar circunscrita a lo preceptivo, con ser importante, de ahí que  nos hayamos incorporado a los debates relevantes en la esfera pública en que hemos entendido oportuno nuestro pronunciamiento por afectar a cuestiones en que todos estamos concernidos, actitud que ejemplifica la elaboración de un documento de consideraciones sobre la reforma del modelo de financiación autonómica desde la perspectiva de Andalucía, sumándonos a la “construcción” de la posición de Andalucía en un debate de especial trascendencia.

En estos años habéis propiciado otros espacios de diálogo y participado en otros foros donde vuestra contribución podía jugar un papel importante a favor de nuestra Comunidad. ¿Es así?

Sí, hemos propiciado espacios de reflexión, tan imprescindible para nuestro quehacer, mediante la celebración de jornadas y encuentros donde se abordan temas de interés económico y social para nuestra Comunidad. En la misma lógica se inscribe nuestra participación en foros en que se debaten aspectos de la realidad social, económica y laboral, así como en la apertura de líneas de colaboración con instituciones europeas y nacionales, desde el afán de estar presentes en los espacios en que se diseñan las políticas que puedan incidir en el desarrollo económico y social de Andalucía. Además, estamos inmersos en la elaboración de varios informes a iniciativa propia, de entre los que quiero destacar el Informe sobre los efectos económicos y sociales en Andalucía de la robotización y la digitalización, que, es obvio, es un tema que importa, y mucho, al CES y a toda la sociedad.

¿Alguna última consideración?

Sí, me queda lo más importante, el agradecimiento. Pienso que en momentos de cambios epocales, como siempre, resultan singularmente necesarios aquellos que se comprometen, y no soy quién para expedir certificados de compromiso, pero sí puedo atestiguar el esfuerzo de todos los miembros del CES, de todos sus grupos, en la ilusionante tarea de construir un mejor futuro para Andalucía. Por eso quiero trasladar un ineludible y sincero agradecimiento a todos y cada uno de sus integrantes: al Grupo I, formado por los sindicatos más representativos de Andalucía, CCOO y UGT; al Grupo II, constituido por la asociación empresarial más representativa de Andalucía, CEA; al Grupo III, donde se encuentran representados la economía social, los consumidores y usuarios, las organizaciones profesionales agrarias, la universidad y las corporaciones locales; y al personal técnico y auxiliar del CES, porque su compromiso y dedicación hacen que cada día podamos renovar la convicción en el valor de las decisiones participadas, e invitan a fundar nuevas esperanzas en el papel de las instituciones que encauzan el diálogo político y social, pues, después de todo, son los instrumentos más preciados de los que disponemos para realizar la idea de democracia participativa, así como afirmar y reivindicar, otra vez, la imprescindible función de las organizaciones que articulan los intereses económicos y sociales de la ciudadanía.

Manuel Bellido

por @mbellido

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