El ser humano desde siempre ha pretendido extender sus relaciones de horizontalidad y, en lo posible, de dominio sobre los fenómenos que se van produciendo en el mundo y que responden a sus intereses. Si se echa un vistazo a la historia, se comprueba que han ido cambiando los sentimientos de las personas con respecto a los acontecimientos, y a los cambios y transformaciones que se van produciendo en el planeta: de la aceptación y a menudo, también de incomprensión, se ha pasado a la necesidad de conocer y comprender más. Asimismo, en la medida del interés que suscitara el tema, se ha ido disparando la necesidad de la participación.

Es de Perogrullo repetir que la información en la sociedad actual es más que fundamental: es el elemento rey que nos conecta con el mundo. Los posibles mediadores, como son los medios de comunicación clásicos: TV, radio y prensa, ya no son los únicos a ofrecernos dicha conexión, aunque siguen siendo las mejores fuentes de referencia, ya que las redacciones de los medios clásicos son las únicas organizaciones que tienen la característica base e irrenunciable de profesionalidad y organización para poder ejercer ese trabajo con solvencia de calidad. Sin embargo, es un hecho la irrupción de grandes cambios gracias a las nuevas tecnologías. Hoy, todos los dispositivos móviles a nuestro alcance (tablet, smartphone…), nos proporcionan constantemente muchísima información sin tener que acudir a los canales clásicos. Cada vez estamos más interconectados, cada vez más “todo y todos llegan a todas partes”. Si en 1995 sólo el 1% de la población, unos 44 millones, tenía conexión a Internet, hoy son ya 2.925 millones, es decir, el 40% y en 2020 se calcula que lo estarán 5.000 millones de personas. Esta red ofrece la posibilidad de transmitir información al instante y desde cualquier rincón del planeta y en este sentido, también las redacciones se ponen al día abriéndose a todas las fuentes y a todo el prisma de intercambio de información que ofrece la Red, sin perder de vista la calidad y la certificación de veracidad de cada noticia. En un mundo de horizontalidades, donde crece en los seres humanos el deseo de participación y protagonismo, es primordial la necesidad de comprender con fundamento la realidad. La traducción de acontecimientos complejos a una masa de individuos singulares, de culturas diferentes y con experiencias no homogéneas, necesita conceptos y formas de comunicación que abandonen la subjetividad de la fuente de la que provienen.

Las preguntas que nos estamos haciendo todos es cómo afrontar este complejo momento presente de evolución constante y cómo relacionarnos en un contexto tan poblado ya de individuos críticos, con identidades cada vez más definidas y deseosos de participar y contribuir. Preguntas estas que se relacionan y están presentes en las decisiones que tenemos que tomar en cuanto a la elección de instrumentos que nos ayuden a afrontar los retos de la innovación exponencial y a transformarlos en oportunidades.

Estoy convencido de que estos instrumentos son conocimiento e información, dos factores que se retroalimentan y que pueden inspirar un exponencial despliegue de proyectos, muchos de los cuales anteayer nos hubieran parecido pura ficción. Saber cada vez con más certeza cómo se transformará el mundo es una ventaja competitiva que puede dar alas a nuestras empresas. Salir de nuestra zona de confort, asomarnos a descubrir los cambios tecnológicos y científicos que se producen en los países y en las empresas más avanzadas es una obligación. No hay marcha atrás. Todo va tan rápido, como dijo David Roberts en la Cumbre de Singulariy University en Sevilla el año pasado, que casi no da tiempo a contarlo.

Manuel Bellido

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