«Andalucía alcanza un nuevo récord exportador»

Muchas empresas andaluzas han aprendido el camino de la internacionalización. ¿Es el comercio exterior estable en nuestro territorio? ¿La empresa andaluza tiene que envidiar algo a la de otras comunidades?

Las empresas andaluzas son competitivas en los mercados internacionales porque han apostado por la innovación y porque se han atrevido a competir globalmente reteniendo cada vez más valor añadido en Andalucía. Y esto también ha sido posible gracias a la labor de Extenda, que es el ente público andaluz para apoyar a las empresas en su internacionalización a través de la provisión de servicios y el acompañamiento en los mercados internacionales. Extenda está presente en 49 países de cuatro continentes, con 30 oficinas y llevando a cabo misiones comerciales.

Este tema es recurrente en las valoraciones sobre la economía andaluza. En definitiva, señalemos que, pese a la apreciación del euro y al proteccionismo comercial, la presencia internacional de nuestras empresas ha aumentado notablemente y esto es algo relevante y positivo. Andalucía alcanza un nuevo récord exportador, con 24.551 millones de euros entre enero y septiembre de 2018, lo que supone un crecimiento del 8% respecto del mismo periodo del año anterior, superando por primera vez en nueve meses los 24.000 millones.  Con una balanza comercial que arroja un superávit de 558 millones de euros, esto es decisivo para reducir el déficit de la balanza nacional (-24.187.000 euros). Con todo esto, Andalucía es la comunidad que más aporta al crecimiento exportador de España y es la segunda en el ranking nacional de exportaciones. Todo esto no es baladí, en menos de diez años (2009-17), Andalucía ha conseguido duplicar las cifras de exportaciones, pasando de la quinta a la segunda comunidad de España. El éxito se debe al aumento del número de empresas exportadoras, que creció un 5% en 2017 y a la diversificación de productos y de mercados. Todo esto es una fortaleza. Por ejemplo, hay que decir en voz alta que exportamos más aeronáutico que aceite de oliva, ambos en torno a 3.000 millones de euros.

En cuanto a los países, tres extracomunitarios se encuentran entre los cinco países en los que más crecen las exportaciones andaluzas: China, Marruecos y Estados Unidos. Concretamente, China es el segundo destino en crecimiento de los 10 primeros mercados, al que Andalucía ha exportado un 19,8% más que en enero-septiembre del año anterior, 1.037 millones de euros, que suponen un 4,2% del total de Andalucía y lo sitúa como octavo mercado mundial y tercero extra-comunitario. Fuera de la Unión Europea, nuestros objetivos están puestos en China. Tenemos empresas -recientemente he visitado And&Or y puede ser motivo de orgullo- que acaban de estar en la mayor Feria de Export-Import en Shanghái. Marruecos es el tercer país que más crece entre los 10 primeros destinos, un 18,4%, al que Andalucía ha exportado 1.084 millones (4,4%), y Estados Unidos el quinto en crecimiento, con un 4,9% más en ventas, hasta los 1.243 millones (5,1% del total), que lo sitúan como sexto mercado mundial de Andalucía y primero no comunitario.

El ranking de los 10 primeros destinos lo cierra Bulgaria, con 815 millones (3,3%), siendo el que más crece sobre enero-septiembre del año anterior, un 27,3%. En el lado opuesto se sitúa Alemania, como primer mercado de Andalucía, con 2.746 millones de euros y una bajada del 2,8%. Le sigue en ventas Francia, con 2.568 millones (10,5%) y un crecimiento del 3%, con quien tenemos una importante proyección y estamos financiando una campaña para promocionar la aceituna de mesa. Desde el Gobierno andaluz respaldamos al sector que ha sufrido las consecuencias de la penosa situación creada por la política arancelaria estadounidense y lo estamos haciendo con una campaña de un millón de euros en el mercado galo.

En muchas ocasiones en las empresas se habla de innovación social, ¿qué es la innovación para Lina Gálvez? ¿Estamos sujetos a la tecnología y es la digitalización quién dicta la senda de la innovación?

La innovación social es dar respuestas novedosas a problemas nuevos o de siempre y, por tanto, se puede hacer en todos los campos y en distintas fases del proceso productivo y normalmente va aparejado a la aplicación empresarial de la investigación. Y debe garantizarse que se hace avanzando en igualdad y bien común y, por ello, que esté asociada a resolver un problema de naturaleza social. Esa es una estrategia de desarrollo.

La clave consiste, por tanto, en el empoderamiento de la ciudadanía, de forma individual y colectiva. Muchas veces se cree que innovación es poner tecnología y eso no es así. Se innova de otra forma, en la manera de organizar el trabajo y las tareas, porque innovar es dar soluciones nuevas.

¿Podemos crear riqueza y beneficios desde las empresas siendo responsables?

Existen otros caminos y las empresas pueden ser un instrumento de participación activa que fomenta el desarrollo de la vida democrática: generando riqueza al mismo tiempo que la redistribuye entre un número más amplio de personas que establecen relaciones de igualdad; contrarresta la despoblación de las áreas más vulnerables, produciendo un crecimiento más holístico e inclusivo. Por eso, creemos que la política tiene el deber de respaldar todas aquellas iniciativas meritorias e inclusivas que contribuyen a aumentar el bienestar de nuestra Comunidad. El modelo económico imperante y las políticas económicas que se han impuesto con el estallido de la crisis, las mal llamadas políticas de austeridad, se han olvidado de poner a las personas en el centro y han supuesto un incremento enorme de la desigualdad.

Sí, hay otra forma de crear riqueza, en equilibrio y con igualdad. Ahí está el papel de la economía social, que está sustentada en valores democráticos, fomenta el desarrollo sostenible y es más capaz de generar oportunidades de trabajo en el mundo rural, alejándonos de la despoblación territorial, y en colectivos con mayores dificultades de inserción laboral como en el caso de las mujeres, por ejemplo. Pero hay alternativas también desde la forma de organizarnos empresarialmente. En Andalucía existen actualmente cerca de 6.100 empresas de economía social, que representan el 19,7% del total nacional, es decir, una de cada cinco trabajadoras/socias en economía social en España es andaluza. Entre las principales actuaciones llevadas a cabo por la Junta destaca el Programa de Relanzamiento de la Economía Social Andaluza (PROGRESA), que suma un total de 76 medidas destinadas a mejorar el entorno jurídico, potenciar la innovación y reforzar el empleo sostenible.

¿Qué modelo de emprendimiento podemos tener en nuestra Comunidad? ¿Hacia dónde vamos en este sentido?

Primero debemos partir de la aprobación de la Ley Andaluza de Fomento del Emprendimiento, que convierte a nuestra Comunidad en la primera en España en dotarse de un sistema público reconociendo el derecho de la ciudadanía a poner en marcha iniciativas empresariales en igualdad de oportunidades. En este sentido, ponemos a disposición de la persona emprendedora una amplia cartera de servicios que garantizan el acompañamiento y la atención personalizada, llegando a cubrir sus necesidades de asesoramiento, desde que concibe su proyecto hasta que se consolide, durante un periodo de cuatro años. Con especial atención a las mujeres y personas que viven en municipios del ámbito rural. Lo oportuno podría ser poner el visor en un servicio público derivado hacia la provisión de servicios, como lleva a cabo Extenda. La entidad que desarrolla estas labores en nuestra consejería es Andalucía Emprende, sobre la que articulamos la red de 263 CADEs y 60 puntos de información, gestionados por especialistas del sector. Tenemos que avanzar en cultura emprendedora y que quienes decidan emprender lo hagan de manera genuina y no por necesidades frente a unas expectativas laborales muy negras.

Hablando de mujeres, ¿se ha avanzado en la tarea de lograr la igualdad, queda mucho por hacer?

Ciertamente, hemos avanzado con estos logros, pero no podemos perder de vista el objetivo de la igualdad real. En nuestra sociedad persiste una cierta condescendencia hacia una división antinatural de roles que magnifica la importancia del así llamado “sexo fuerte” frente a la marginalidad de las mujeres en las arenas políticas y económicas. Seguimos pagando el precio de una auténtica colonización masculina de los espacios públicos estratégicos, la ausencia de corresponsabilidad masculina en los hogares, que provoca una distribución desigual de las oportunidades, aunque el talento esté igualmente distribuido entre hombres y mujeres. La escasa participación de las mujeres en áreas STEM o en los consejos de administración de las empresas tiene causas muy complejas, pero también deriva de un problema de visibilidad, liderazgo y marginalización. Es prioritario entonces reconocer la importante labor de todas aquellas mujeres que han contribuido, directa o indirectamente, al desarrollo científico, político y cultural de nuestras sociedades.

La ciencia o el sistema científico han sufrido las consecuencias de la crisis. ¿Ese error tiene solución? ¿Qué voz tiene Andalucía en todo esto?

La reciente crisis económica ha evidenciado la necesidad de crear un nuevo paradigma de desarrollo más sostenible en línea con la Agenda 2030. El cambio, por tanto, necesita asentarse en ideas innovadoras y originales. La apuesta andaluza por la creación de un Sistema Andaluz de Conocimiento e Innovación puede garantizar un modelo de desarrollo estable y menos expuesto a la volatilidad de los mercados. En este marco se ubica el PAIDI2020, que recoge el esfuerzo de la Junta para impulsar las políticas regionales de I+D, con el fin de reducir la vulnerabilidad económica de nuestra región, activando ciclos autóctonos y espontáneos de desarrollo económico y social, generando de nuevo un modelo de desarrollo porque Andalucía es Conocimiento. Tenemos que incrementar el PIB dedicado a I+D+i y desde la Administración y las políticas públicas facilitar que aumente la participación del sector privado que en Andalucía sigue siendo muy bajo.

¿Por qué se dice que las empresas no encuentran titulados universitarios acordes a sus necesidades? ¿Qué esperamos de la universidad como ente formativo?

La alianza entre universidad y empresa es una tendencia relativamente reciente en nuestro país, pero existen cauces de interlocución, como los Consejos Sociales de las Universidades, que sirven de canal de diálogo entre los diversos agentes, así como los procesos de verificación y acreditación de las titulaciones y otros cauces como centros tecnológicos, fundaciones, etc. Para explorar este campo de oportunidades que está a punto de desplegar todas sus potencialidades, desde la política necesitamos construir un espacio de consenso, que involucre a todos los agentes interesados y dispuestos a invertir en un proyecto de desarrollo, cuyos beneficios no tardarán en producirse en un futuro relativamente próximo. Da testimonio de nuestra voluntad, la apuesta por el desarrollo de programas de doctorado industrial y el interés creciente hacia los Grados duales que proponen un modelo de enseñanza universitaria que alterna la formación en las aulas con el trabajo en la empresa. Además del diseño de pasarelas bidireccionales entre la Universidad y la FP. Sin olvidar que la formación universitaria no debe estar exclusivamente orientada a una formación profesional, debe ser integral, humanista.  Porque eso es esencial para garantizar que la universidad juegue el papel que le corresponde en la formación de una ciudadanía democrática y en la divulgación del pensamiento científico como el mejor antídoto frente a los autoritarismos. Además, la universidad debe seguir funcionando como un auténtico ascensor social. En este sentido, la apuesta andaluza por una enseñanza pública, universal y al alcance de toda la ciudadanía, con medidas como la bonificación de matrículas, refleja nuestra firme confianza en la democracia que exige, para su existencia, una comunidad de mujeres y hombres políticamente libres y socialmente críticos e instruidos.

Frente a los efectos nefastos de la última crisis económica y a la creciente desafección política, reivindicamos nuestra adhesión a los valores democráticos y al rol imprescindible de las universidades públicas andaluzas en promover el ascenso de la ciudadanía, el desarrollo económico y la valorización de nuestros vínculos culturales arraigados en nuestra historia, que constituyen la mejor defensa contra las fuerzas disgregadoras de la revolución neoliberal.

 

Manuel Bellido

 

por @mbellido

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