Por mucho que lo intente sé que nunca agradeceré suficientemente a nuestros lectores la consideración que tienen enviándome sus opiniones o críticas a través de cartas y correos electrónicos. Nos sentimos halagados e incentivados cuando son piropos y espoleados y edificados por los reproches cuando algo no gusta y se nos dice claramente.

Pero la conclusión que saco, y es lo que más me satisface, es percatarme de que esta publicación ha dejado de pertenecer en exclusiva a nuestro consejo editorial o a la redacción y a sus colaboradores: sus dueños son todos los lectores que se reparten por la geografía andaluza. En este sentido, y por el aluvión de cartas recibidas, he comprobado cuanto ha sido polémico el número dedicado a Educación y Cultura y cuanto ha sorprendido positivamente, y de ahí el nutrido volumen de agradecimientos y cuestiones suscitadas, la edición sobre Economía Social.

Hoy tengo entre las manos la carta de un empresario donde se queja del poco apoyo de la Administración al mundo empresarial y polemiza sobre el anuncio hecho por el presidente de la Junta de una segunda modernización de Andalucía. Deduzco que no siempre resulta fácil y claro entender la función política. Y es que el ciudadano atento observa de vez en cuando, en el seno de las instituciones políticas, no pocas contradicciones como no pocas zonas de sombra, que dan lugar a lógicas controversias. Se pregunta a menudo si el poder político es solamente un “instrumento de dominio” (en la acepción weberiana, el monopolizador de la fuerza legal) o una fábrica de propaganda, una institución indispensable para el desarrollo de una comunidad y por lo tanto insustituible en este sentido o, como ha dicho alguien, sólo un surtidor de ideas que no sirven para nada. Lo que sí sabemos todos es que Andalucía no es una isla abandonada o una tribu nómada sin territorio, es una comunidad autónoma con una historia, una identidad y una vocación, unificada en el presente por un momento político de gestión elegido democráticamente.

El debate sobre la modernización de Andalucía no es superfluo, sería vacuo si fuese sólo una cortina de humo. No lo es, porque en Andalucía necesitamos urgentemente un carril de aceleración en una apuesta decisiva por el progreso, el avance tecnológico y el desarrollo económico. Llámese primera, segunda o quinta modernización ¿qué importa? Lo cierto es que siguieron cayendo los beneficios empresariales en el ultimo trimestre, que seguimos viendo nubarrones en el horizonte turístico y una posible disminución de la construcción de viviendas, y que los índices de producción industrial han vuelto a caer y el paro no amaina.

¿Por qué seguir optando por ese falso optimismo de una “Andalucía imparable”, cuando lo que hay que hacer es aplicarse y disponerse a echar toda la carne en el asador para modernizarnos de verdad antes de que se abra una brecha tecnológica y digital que nos aleje definitivamente de las regiones más avanzadas de Europa?

Modernizar es adquirir factores competitivos diferenciales. Los que no tenemos.

Modernizar es que el poder político deje de poner trabas al emprendedor, que le ofrezca formación, asesoramiento y apoyo financiero.

Modernizar es que cada empresa y el tejido empresarial andaluz en su conjunto conciban una especie de mapa de carreteras que nos lleve al futuro.

Modernizar es, como ha dicho recientemente el presidente de la CEA, una actitud.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com