Lo ha dicho recientemente la Comisión Europea: el Comercio electrónico en Europa pasará de los 17.000 millones de dólares facturados en 1999 a los 360.000 millones que se prevén en el 2003 y dichas transacciones electrónicas, en un 90% serán llevadas a cabo entre empresas, lo que quiere decir que esta expansión de Internet a la que estamos asistiendo no es sólo simple entusiasmo tecnológico. A todas vistas se está produciendo un círculo vicioso difícil de romper, empezando por la Bolsa, donde actualmente las empresas más capitalizadas y cotizadas son las del sector tecnológico. Está claro que ir en contra del mercado no es rentable, como tampoco se puede poner en duda la incidencia de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana y prescindir de ellas. ¡Cuánta agua ha corrido desde que en 1876 Graham Bell perfeccionó el aparato inventado por Philip Reis bautizado con el nombre de teléfono!. ¡Y vaya si no se ha movido negocio a través de los hilos conductores!. Y lo que se mueve hoy a través de sus descendientes los móviles, con 15 millones de aparatos que se utilizan ya en España.

Es época de globalización y es tarde para domesticar a Internet. Sabemos que es ya un instrumento básico de la economía mundial y que desde las grandes compañías se están desarrollando proyectos multinacionales para construir la nueva sociedad de la comunicación. Pero, ¿qué pintan nuestras PYMEs andaluzas en todo este mare magnum?.

Desgraciadamente en muchos casos la accidentalización surgida del mezclar en la batidora de nuestras pequeñas empresas el mundo microeconómico cotidiano y lo que acaba de suceder o está a punto de ocurrir gracias a las alianzas de las grandes compañías en torno al mundo tecnológico provoca sólo estímulos visuales pero nada más. Es como cuando nos sentamos delante del televisor a ver el telediario y constatamos que el ininterrumpido ascenso de los precios del petróleo amenaza con truncar las expectativas económicas de Europa, pero al instante siguiente ya volvemos sólo a estar pendientes de que nuestro clientes no nos retiren la confianza y nos llegue el pedido que salvará la facturación mensual. ¿Pero, es ésta la mejor actitud?. Una vez que nos hacemos cargo de la realidad puede que ésta nos presente asuntos que requieran afrontarse?. ¿Qué debemos hacer?.

Al igual que sucede para el que navega en la red, con esto de las nuevas tenologías, hay que echarle un poco de tiempo y constancia. Hay que poner en manos de especialistas lo antes posible, la presencia en Internet de nuestras empresas, sea cual sea la actividad que se realice, de tal manera que se pueda gestionar y transmitir lo antes posible una gran cantidad de información entre proveedores y clientes. En las próximas Navidades el comercio electrónico comenzará ya a poner en aprietos al comercio tradicional. Se prevén ventas superiores a los 3.000 millones por Internet. Y es que en España cuando algo nos hace tilín, progresa a la velocidad del rayo. Si en ventas al consumidor final compañías como Amazón tienen ya 12 millones de clientes repartidos por todo el mundo, en la venta “negocio a negocio” no nos sorprende ver empresas de prestigio como Intel vender la mayor parte de los productos a sus distribuidores a través de Internet.

Es importante mantener una actitud positiva hacia los cambios y convencerse de la eficiencia que aportan las nuevas soluciones tecnológicas. Si mantuviésemos un sistema de obsevación y análisis del fenómeno, nos daríamos cuenta que Internet no es sólo una herramienta más para vender, sino que es un modo de estar más cerca del consumidor, de conocer mejor al cliente, y por tanto, tener más posibilidades de servirlo. Naturalmente todo esto es más que diseñar una bonita página web, es reorganizar y redefinir desde cero logística, adminstración, perfiles de usuarios: Marketing en definitiva.

En esta encrucijada de presente y futuro se vislumbran muchos riesgos para las pequeñas empresas y los hombres que la dirigen se encuentran muchas vecesenfrentados con la realidad entorno esforzándose en interpretarla y dominarla. Aparece un darwinismo tecnológico en que sobreviven los más fuertes. El futuro amargo de esta competencia brutal, a veces desleal, es la marginación.

Pertenecer al sur, es una circunstancia geográfica inmutable, que evidentemente influye en nuestra cultura y en nuestra manera de ser, pero conlleva necesariamente marginalidad. Esta sitaución de periferia, tiene riesgos de debilidad por la sensación de sentirse lejos de los centros de decisión mundiales. Pero, ¿hay que aceptar la dicotomía que formuló Gramsci del pesismismo de la inteligencia frente al optimismo de la voluntad?. Hoy Internet nos puede ayudar con esa red mundial integrada a sentirnos más protagonistas del nuevo escenario europeo y mundial. Será conveniente por tanto analizar en breve todas las alternativas, de nuestra presencia en Internet, valorar las consecuencias y estar preparados para actuar en cada paso. Esta vez, nos toca también soñar, e imaginar los nuevos escenarios. Si no, mañana compitiendo con las grandes fortalezas económicas que surjan a través de la red se nos pueden desmoronar los mejores esfuerzos por salir adelante y es mejor no tener que lamentarlo.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com