Excitante y exigente es la profesión del periodista que, entre otras misiones, tiene la de narrar la actualidad con independencia para dar a conocer y ayudar a comprender con los datos y las interrelaciones necesarias lo que está pasando dentro y fuera de nuestro entorno. Esto requiere tomarle el pulso a la sociedad y a los acontecimientos, terciar en el debate público, opinar sobre lo civil y lo político, con la intención constante de dar voz a quien no la tiene.

Cada vez que abordamos el tema de la información la primera cuestión que aparece en la superficie y en el fondo es la de la independencia periodística y de la libertad de expresión. Y se repiten las mismas preguntas: ¿Independencia de quién? ¿Libertad de expresión de quién o para quiénes? El periodismo, que se presenta con un conjunto de reglas, de conductas, de disciplinas y de técnicas, también responde a estas preguntas y la conclusión es que habría que informar sin dejarse condicionar ni por el poder del dinero, ni por el poder político. Alguien me recordaba recientemente que el alma de la libertad de expresión y de la independencia incluye además la capacidad de comunicar con racionalidad, buen juicio y asertividad sobre personas, acontecimientos, filosofías y verdades, siempre en el marco del respeto social al interlocutor.

Se deduce que uno de los papeles más importantes que juegan los medios de comunicación social es justamente la defensa de las libertades. Cuestión primordial en la sociedad en que vivimos y en la que los medios vivimos una realidad apasionante y a la vez difícil, porque la prensa es y siempre ha sido contrapoder. Y el poder, cuando se olvida de su función de servir, tiende a ser cada vez más ambicioso, absolutista e intolerante y, por lo tanto, poco condescendiente con la prensa independiente. Escuchaba días atrás con tristeza y cierta decepción a un político que me explicaba el poder como la tarea de trabajar para el «propio barrio». ¿Dónde queda ya ese «gobernar para todos»? Con una frase así se entiende cómo desde el poder se pueda dar cobertura a corrupción, prevaricaciones, favoritismos o irregularidades similares a las que en estos días permean la actualidad política con tal de trabajar para los del «barrio».

La prensa debería ser capaz de escribir para todos y de todo, y no de forma partidista para aquellos que quieren escuchar solo la melodía de su himno. Los medios deberíamos proponernos ir más allá de eso que a menudo se oye en las redacciones: «¿Esto vende?». Creo que el debate está servido desde que los medios son medios, sin embargo, por mucho que nos sentemos a debatirlo, demasiado a menudo seguimos tropezando con los mismos baches, sin terminar de enterarnos de que es imprescindible evitar ciertas deformaciones que le hacen un flaco favor a nuestra profesión y sobre todo a la sociedad.

En esta publicación, y desde su fundación, venimos trabajando con ahínco por ofrecer temas que sean de interés para los lectores como el que hoy traemos en portada aunque no esté precisamente de moda. Y con la misma firmeza, nos empeñamos en tratar todos los temas con independencia y objetividad, evitando el cierre en posicionamientos que no permitan al lector sacar sus propias conclusiones. El único criterio siempre ha sido el de construir, nunca el de hacer un periodismo amarillista que «vendiese» por su morbo o por la moda. Y nunca nos hemos cerrado intelectualmente a tratar ningún tema por espinoso que fuere. Todos los meses damos cabida en nuestra revista a las opiniones más variadas, incluso a aquellas que resultan disímiles y hasta a las contrarias a nuestra propia opinión editorial. Todo esto lo entendemos como un signo de madurez e independencia intelectual, rasgos característicos a los que siempre hemos aspirado y que no queremos olvidar o vender. Afortunadamente el vivir en democracia nos ha permitido movernos con esta libertad, jamás coartada.

Por otra parte, si en algún momento hemos tenido alguna dificultad, siempre hemos aceptado que las relaciones difíciles de la prensa con el poder político son saludables y naturales, porque quiere decir que cada uno está cumpliendo con su trabajo. Nosotros seguiremos esforzándonos en mejorar cada día el nuestro

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com