La particularidad saliente de la propuesta que este mes hacemos a nuestros lectores es la de poner en diálogo una amplia variedad de parámetros para analizar el grado de riesgo o de posibilidades de las provincias andaluzas ante la crisis. En un mismo movimiento, las distintas cuantificaciones de desarrollo provincial en cada uno de los sectores productivos deconstruyen y reconstruyen riesgos y ventajas para salir lo antes posible del bache actual y aviar un desarrollo económico equilibrado. El propósito es que empresas e instituciones puedan trazar su propio camino, íntima relación con sus puntos fuertes y débiles, sin por ello perder el diálogo en conjunto con la economía andaluza y española. La economía de nuestra región no está herida de muerte todavía y tiene muchas posibilidades de reinventarse. Andalucía se ha caracterizado durante años por su dependencia del sector agrario y su baja productividad, más tarde ha ido protagonizando un proceso de reformas estructurales, tanto en la vertiente económica como social, y por ello, junto al consumo y a la construcción, el turismo ha sido el gran protagonista que ha tirado del carro. La industria que se localiza fundamentalmente en la zona occidental, la franja costera y los principales núcleos de población avanza pero no tan deprisa como desearíamos. En su conjunto, en opinión de algunos analistas consultados, la economía andaluza está en niveles de hace 15 años. Por lo tanto requiere de intervenciones inaplazables y contundentes. Urge poner en marcha políticas activas para reforzar el empleo y la educación como mecanismos que aseguren un aumento de la eficacia y la competitividad.

La crisis nos ha dejado muchos recados que deberían ser comprendidos y llevados a la práctica para una recuperación rápida y estable. Son indispensables, por ejemplo, la cooperación y la confianza entre los agentes sociales que constituyen activos valiosos si realmente se ponen de parte de esos creadores de empleo que son los empresarios. Otra lección que nos ha dejado la crisis es que debe mejorar el liderazgo político, recuperando amplias visiones no contaminadas con ideologías trasnochadas y otorgando más confianza a la flexibilidad del libre mercado. Lo importante son los objetivos y los resultados. Hay lastres sindicales, administrativos y burocráticos de los que tiene que deshacerse nuestra economía.
Las provincias andaluzas se encuentran situadas delante de un semáforo. Para algunas, la señal luminosa está en verde y, de consecuencia, con muchas posibilidades de desarrollo inmediato. Para otras, el ámbar las hace depender de las mejoras que se puedan aportar con apremio en su tejido productivo. Para la demás, el rojo de la señal óptica indica que están corriendo un gran riesgo y la extensión y duración de la crisis en esos territorios aún es difícil de predecir.

El denominador común es, que para todas las provincias, 2011 se presenta como un año de transición, el momento está maduro para intervenir y hacer que el semáforo se ponga en verde para todas, pero hace falta que pongamos de nuestra parte y que lo hagamos con generosidad.

El esfuerzo de trabajadores y empresarios está asegurado y será indispensable para lograr los objetivos. Lo que habría que conseguir también es que a la entrega y voluntad de esta parte de la sociedad se sumen políticos y sindicatos. Si ellos cumplen también su papel escrupulosamente y con grandeza de miras podremos conseguirlo.

por @mbellido

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