Este es uno de esos momentos en los que cuesta descubrir hacia donde va la historia de nuestro país, la historia de la crisis, la historia de ETA, la historia del PSOE, la historia de Europa o la de algunos países emergentes. El núcleo de la intriga que envuelve cada uno de los temas ofrece de por sí escasas posibilidades de profetizar. Los análisis resultan cada vez más complicados de hacer. Un ejemplo son las manifestaciones en la calle de grupos de jóvenes. Uno piensa que hoy los jóvenes tienen óptimas razones para protestar por el futuro incierto que les depara, pero esas razones no coinciden con las que hacen que se manifiesten en la calle. Es una reposición de las protestas de un cierto pasado pero con excusas bien distintas. Las razones son los supuestos recortes en educación pero los eslóganes, las banderas y los símbolos son los de los abuelos de esos jovencitos. En todo esto pesa mucho la instrumentalización política. Los partidos más a la izquierda, de acuerdo con los sindicatos, se encargan de subir la temperatura y los cachorros salen a dejarse la piel en enfrentamientos con la policía. El objetivo se ha conseguido: descontento general y culpas al gobierno. Un cincuentón que vestido de jovencito se aliaba, bandera republicana en mano, a los participantes de las manifestaciones de los días pasados me decía, que todo eso tenia mucho que ver con las revueltas anticapitalistas de hace 40 años . Me quedé aún más confundido.

También hoy me quedé bastante confundido escuchando en que modo Marcelino Iglesias, en el Senado, criticaba al Gobierno por la Reforma Laboral, diciendo que suponía «una laminación total» del «sistema de relaciones laborales en España», que producía inquietud, que era un ataque a los sindicatos y que produciría solo despidos. La verdad es que me sonrojé al oírle hablar de esa manera. Me apesadumbró no ver en su actitud un solo gramo de autocrítica y que además se hiciera el olvidadizo sobre los millones de parados que han seguido generándose en España durante el Gobierno socialista sin que éste hubiera tomado ninguna medida contundente. Creo que acertadamente Rajoy podía responderle: «No puede hablarme de despido porque en los últimos años» hubo «tres millones de despidos en España», reiterando que por eso «es necesaria una reforma laboral» y que con la reforma, lo que se busca, es que «no haya despidos y haya contratos».

Tampoco tengo claro que pasará con el Pacto fiscal de la UE después de que Mariano Rajoy elevara el pasado viernes dicho objetivo hasta el 5,8% del PIB en 2012 frente al 4,4% fijado inicialmente por Bruselas, con las tesis del tándem Merkozy. Todo esto significa que la UE, por este y por muchísimos más motivos tendrá que pensar de reinventarse, de encontrar una política común con un liderazgo común y con un nexo de unión que sea algo más que una moneda.
Muchas son las cosas que en este tiempo me sorprenden y sobrecogen. Falta luz, y en momentos tan dramáticos, necesitamos lideres políticos con sensibilidad humana, inteligencia, claridad en los razonamientos y en la explicaciones, vocación de servicio, capacidad de ver más allá de las circunstancias y de los partidismos, visión de futuro y capacidad de llevar a cabo acciones que apunten al bien común por encima de cualquier otro interés.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com