Hoy me siento indignado, diría más, tremendamente contrariado por la falta de respeto hacia las personas, que se ha instalado en la sociedad, incluso en aquello ambientes y organizaciones donde este tipo de valores tendría que brillar con luz propia. En este sentido, hoy conocía una experiencia donde con toda naturalidad y en nombre de no se que principio “sacrosanto” se violaba la intimidad y privacidad de una persona para posteriormente revelarla en otro ámbito. Por eso quiero ocuparme en este post de la dignidad de la persona humana. El hombre y la mujer son seres libres capaces de sentir, de pensar, de amar, de buscar la verdad y la belleza, de escoger un comportamiento ético de conducta y de elevarse con su razón y su espíritu a descubrir el sentido de la vida y aspirar al Absoluto. Nadie tiene el derecho de sustraer ni coartar al ser humano estos principios. Para los creyentes es la persona en su única e irrepetible realidad humana, donde permanece intacta la imagen y semejanza con Dios mismo.
Lamentablemente, la dignidad de la persona humana se ve con frecuencia ofuscada en la práctica con la vigencia de no pocos antivalores. Se pretende ignorar que la vida de cada uno es sagrada y que el derecho a la intimidad y a resguardar determinados sentimientos esta recogido en la ley humana y en la ley Divina. El secreto pues es algo intimo que no puede comunicarse a terceros ni mucho menos divulgar a un tercero desconocedor del mismo ya que la comunicación de todo secreto es violación del mismo y está protegido por esas leyes. Se entremezclan dos aspectos: el moral y el legal y la ley justa obliga a todos.
La intimidad es la esfera personal de cada uno, en donde residen los valores humanos y personales, afecta a campos como son la correspondencia y comunicaciones personales, intimidad laboral, etc. Es un derecho fundamental para el desarrollo de la misma persona, un ámbito prohibido a la curiosidad de los demás. Intromisiones e indiscreciones ajenas en la intimidad personal son atropellos intolerables y condenables. Son verdaderos pecados contra el ser humano.

por @mbellido

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