Una de las cuestiones más substanciales y extremas que soporta el ser humano es el sufrimiento. ¿Por qué a mí? Es la pregunta que nos hacemos todos cuando nos llega y en esta amargura, experimenta la radical soledad que nos hace repetir la espantosa pregunta de Cristo en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.El dolor desorienta y nos introduce en un laberinto de sentimientos donde nos sentimos perdidos. El sufrimiento produce una oscuridad que abruma e incluso nos hace sentir fuera del paraguas de ese Dios al que siempre tendemos a identificar como Padre amoroso. Tenderíamos a huir, a no pensar. “No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento” decía Emilio Castelar. Ni siquiera los consuelos de los demás pueden anular una centésima parte del sufrimiento propio. El dolor como el amor es propiedad de un solo corazón. Hace llorar incluso a los más fuertes y cuando es tan fuerte que ni siquiera nos desahogan las lágrimas, son otros los órganos de nuestro cuerpo lo que irresistiblemente sustituyen a nuestros ojos para llorar.
¿Cómo dar sentido al sufrimiento? Difícil tarea cuando éste inhabilita hasta la razón. A lo más que llegamos los seres humanos es a soportarlo con dignidad y amor. Afortunadamente el dolor tiene un gran poder formativo; nos puede hacer mejores, más humanos, nos ayuda a mirarnos dentro, nos convence de que esta vida no es un juego ni un simulacro, sino algo muy real. Jung decía que el sentido del sufrimiento es el de vincular los opuestos dentro del hombre y elevarlos a un estado de conciencia superior. El proverbio popular lo ratifica: “el dolor que no nos mata, nos hace más fuerte”. La solución a los conflictos viene siempre acompañada del dolor. La vida, en el fondo, es un permanente desafío hacia el crecimiento interior y sin la existencia del dolor nuestra vida sería estática. Sin el juego entre los contrastes nosotros y el mismo mundo dejaría de existir. Creo que lo dijo Heráclito. Estoy seguro que el dolor más que cualquier otra cosa, limpia nuestros ojos y eleva nuestra mirada. Cuando lo hemos aceptado y superado casi siempre lo comprendemos.

por @mbellido

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