Los que trabajan en el mundo del espectáculo, del cine o de la televisión saben que para mantener adecuadamente la “imagen” personal y profesional es necesario trabajarla y cuidarla sobre varios frentes. Los cabellos ordenados y limpios, sin reflejos demasiados oscuros que acentúan los rasgos faciales o demasiados rojizos que vulgarizan, maquillaje que tiene que ser diferente según el tipo de actuación, sobrio y limpio si se trata de una tertulia o un telediario o más marcado si se trata de un espectáculo. El denominado look no funciona del mismo modo en la TV, en el cine, en el teatro o en una conferencia.  Carol, una especialista en imagen profesional me decía que los beige matan en la TV, el tejido de pana produce el efecto de vestimenta litúrgica, los reflejos en tejidos brillantes  pueden dar la idea de espectáculo de circo o espectáculo de Cabaré.  Sin embargo el peor peligro del look  es el mal gusto. El gusto se tiene o no se tiene. O se tiene una idea clara y confrontada sobre el tipo de vestido, de peinado, de zapatos o de maquillaje que funciona teniendo en cuenta la personalidad de cada uno o cualquier intento a ciegas corre el riesgo de arruinar la marca personal para siempre.

Por otra parte, no habría que olvidar que nuestro modo de vestir tendría que servir para acercarnos a los  demás no para alejarnos y en esa manera de presentarnos ante otros ojos no pueden faltar ni sobriedad, ni esencialidad ni equilibrio. Hablando de un modo de vestir que reflejase armonía y al mismo tiempo hiciera sentirse cómodo a nuestro interlocutor, mi amiga Marilen me decía hace años, que siempre era importante tener en cuenta el ambiente y las personas que frecuentaríamos para saber como vestirnos cada día.  Me puso muchos ejemplos y terminó usando una frase que aún recuerdo: “la  belleza revela así el misterio de una flor que sólo consume lo que necesita y muestra de esta forma su auténtica belleza. Esa frase me trajo a la cabeza por asociación de ideas otra frase pronunciada muchos siglos antes: “Observad cómo crecen los lirios del campo; ni trabajan, ni hilan; pero yo os digo que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos…”

En general y no solo en lo que se refiere al vestido, la armonía que es  equilibrio y no solo de  las proporciones ni de la combinación de colores, nace de una actitud interior.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com