En las últimas semanas los lectores de prensa diaria y los escuchantes de radio se han sumergido una y otra vez en la vorágine de los presuntos casos de corrupción que están aflorando en varias administraciones públicas y que está dejando por los suelos la credibilidad de algunos políticos. Alguien debería poder ofrecernos algunas explicaciones veraces, antes de que sea demasiado tarde, ya que hay en el ambiente otra serie de nuevas cuestiones que se comentan en todos los corrillos y que antes o después también saltarán a las páginas de la prensa. La ceguera simulada puede levantar provisorias cortinas de humo que dilatan agonías políticas, la egolatría desquiciada y la falta de transparencia se terminan pagando irremediablemente. Muchos tendrían que haber aprendido que el poder no es un camino de rosas y produce sufrimiento, su capacidad de modificar la realidad exige esfuerzo y causa heridas, pero más lesiones provoca el ejercer la política de espalda a los ciudadanos y sobre todo usando el poder y los dineros públicos en beneficio propio.

En la dura digestión de esta sorda cotidianidad política se arriesga de llegar a un punto donde asistamos sorprendidos a la fragmentación en minúsculas piezas de bloques enteros de poder, trozos que salen expulsados como asteroides de diferentes tamaños procedentes de galaxias políticas en explosión.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Existen personajes públicos que dicen no vivir en la oscuridad porque no la ven, que parecen más lúcidos que los demás, y que, sin embargo, son incapaces de interpretar esa realidad que muchos otros constatan. Cuando el poder se les sube a algunos a la cabeza les produce efectos de ceguera. Es como cuando el flash de una cámara fotográfica nos impacta en los ojos: durante un rato tenemos la impresión de ver una mancha oscura.

En momentos en los que se habla tanto de Responsabilidad Social Corporativa, cuando desde el gobierno se quiere regular por ley la transparencia y el compromiso social, sería bueno que de estos positivos principios los políticos y las administraciones públicas fueran los primeros en dar ejemplo de aplicación. Dice un proverbio chino: “Antes de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa”.

A los políticos que no quieren ver ni decir, para no verse pillados, a los que ven pero no dicen por no molestar, y a los que dicen a medias y se hacen cómplices para no asumir riesgos futuros, los ciudadanos quieren decirles que necesitamos el aire fresco y limpio de la política como vocación y servicio, elementos indispensables para vivirla con dignidad. Hasta el momento es como avanzar hacia una niebla que no sabe qué prometernos, o vacío o futuro.

La RSC es una buena oportunidad para las empresas andaluzas, desde la perspectiva de la competitividad, la excelencia y la sostenibilidad. Aplíquenla en el buen sentido de la palabra también en las instituciones antes de que el sueño de una Andalucía imparable se convierta una vez más en mudo desencanto.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com