“El empresario es el deudor de seguridad en el marco de su empresa, el ‘garante de seguridad’ frente al trabajador”. Ésta es la enunciación genérica y básica de una Ley destinada a proteger la salud del trabajador. Las estadísticas nos dicen que en nuestra Comunidad Autónoma se producen cada año unos 85.000 accidentes de trabajo. Cinco accidentes de trabajo con baja por cada 100 trabajadores. Pero, evitar el riesgo, planificando la prevención y sustituyendo todo aquello que es peligroso, es sólo el primer paso en la adquisición de una conciencia global que no solo pasa por contemplar los daños a la salud en los accidentes de trabajo y en las enfermedades profesionales, sino que tendrá que contemplar todas las alteraciones de índole psíquica y social que puedan afectar la buena marcha del trabajo y de las personas que lo realizan. Y ésta es labor de todos.
Las leyes no contemplan las causas del estrés, ni las consecuencias que se derivan de la competitividad feroz, de los sobresaltos de la vida urbana, ni del malhumor generalizado. El agotamiento y las molestias musculares, los dolores de cabeza, las alergias y las infecciones están a la orden del día entre trabajadores y ejecutivos, cooperando a bajar el nivel de rendimiento laboral y no se sabe si viene antes el cansancio o el bajón de las defensas inmunológicas. Si son los virus los que liberan sustancias en nuestro cuerpo que producen el cansancio o es estrés el que favorece la aparición de infecciones. Lo cierto es que hay una relación entre el sistema inmunológico y el agotamiento, lo que no se sabe es en qué dirección mover la flecha.
Abandonar la vía muerta de estas molestias constantes no lo solucionan ni los reconstituyentes, ni las bombas de vitaminas. A veces el edificio donde trabajamos está enfermo, el sistema de aire acondicionado es anticuado y requiere una revisión, la pantalla del ordenador no tiene un filtro adecuado, la silla donde nos sentamos no es la adecuada, la contaminación que entra a través de la ventana es exagerada. Si a todo esto le añadimos que no dormimos lo suficiente, que volviendo a casa nos ponemos delante del televisor en actitud de anestesia, que nuestro menú energético no es el adecuado y que el ejercicio físico es solo cosa de películas, el cuadro que se nos presenta es aterrador.
La prevención es adelantarse, y el no cualificado y el que ignora, se accidenta antes o se enferma antes. Quizás es el momento de buscar asesoramiento; las especialidades técnicas se pueden tener concertadas con Servicios de Prevención o con Técnicos capacitados que informen y actúen de forma adecuada.
Tampoco estaría de más tener a mano la legislación vigente, y, por supuesto, no descuidar el descanso, la alimentación y la actividad deportiva. Mens sana in corpore sano. “Si el empresario es ‘garante de seguridad’ frente al trabajador”, también lo es frente a sí mismo. Los expertos afirman que la salud no es un fin en sí, “sino un medio para ser más feliz”.
1998 podría ser un buen año para estar siempre en forma. Éste es nuestro deseo para todos.