La Consejera de Cultura, Carmen Calvo, nos decía hace algunos años que el 70% de las inversiones de su departamento generan empleos directos, lo que demuestra que cualquier gasto en cultura puede ser productivo y repercutir en la buena marca de la economía.
Todo aquello que genera la cultura es, por su propia naturaleza, un factor de crecimiento y progreso. La vitalidad y el dinamismo de las manifestaciones culturales por su capacidad creativa y de imaginación pueden alimentar incesantemente avances técnicos, generación de empleo, de comunicación y de riqueza.
El mismo interés masivo que despiertan ciertas actividades culturales ha generado nuevos medios publicitarios que han sido adoptados tanto por el oferente del evento como por empresas anunciantes. Así la aportación de fondos para la realización de actividades culturales ha generado conceptos como patrocinio, donación o mecenazgo. Buscando en cada una de las tres denominaciones contrapartidas diversas, pero con el denominador común de la economía.
Afortunadamente en Andalucía, hay cabida para todas las opciones, desde la cultura de corte más popular hasta la propiciada por los más potentes avances tecnológicos, desde el interés que pueda provocar un grafitti, a la admiración por el barroco de una fachada rehabilitada. En nuestra tierra ninguna rienda de poder podrá nunca conducir y refrenar toda la creatividad que bule en lo inesperado, que nadie ha previsto en una planificación, pero que se puede incorporar a cualquier “programa”. Bienvenida sea toda aquella manifestación cultural que represente una luz del espíritu y de la inteligencia, que produzca “riqueza” para nuestros sentidos y por qué no, para nuestro desarrollo Económico.
Pero nuestra sociedad está en proceso constante de cambio y eso es un riesgo para actividades como las culturales, con su consecuente entorno económico, ya que las mismas acciones realizadas en tiempos distintos pueden conducir a muy distintos resultados.
Por poner un ejemplo, hoy la buena o la mala TV absorbe mucho tiempo, y los andaluces nos situamos en el primer lugar de consumo televisivo (3,6 horas en media por persona) y ya es el segundo año consecutivo que nos colocamos los primeros en el ranking de los aficionados televisivos. ¿Dónde se pueden encontrar personas dispuestas a estar 3,6 horas seguidas leyendo y, además, solos, y en silencio? El lector sentado en un cómodo sillón con un libro en las manos, es hoy, casi una imagen irreal, y aunque las ventas de libros hayan aumentado un 3,7% con respecto al año pasado el crecimiento en el sector no es todavía significativo. Afortunadamente la cultura no va sólo de libros y otros sectores como el teatro, la música, la pintura, suscitan interés y como consecuencia dinamismo en su repercusión económica.
En materia de fomento y promoción cultural siempre ha sido un instrumento destacado la subvención y en estos últimos años se han ido introduciendo desde la Administración modificaciones en sus planteamientos en cuanto a su concepto y a su distribución territorial.
En Andalucía, desde la Administración; concretamente desde la Dirección General de Fomento y Promoción Cultural y desde la misma Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales se está realizando un enorme trabajo en este sentido, en colaboración con Fomento y Promoción Culturala favor del sector, pero, se sabe, que los intereses generales no se sirven sólo, desde la Administración, sino desde la misma Sociedad.
La Cultura es cosa de todos, y tendremos que ir encontrando vías desde la empresa privada, aportando algún que otro grano de arena, para contribuir al reconocimiento y al desarrollo, fuera y dentro de Andalucía, de nuestro extraordinario patrimonio cultural.