La visita del Papa ha generado un impacto publicitario de más de 66,5 millones de euros. Eso es algo muy positivo para nuestro país. ¿Por qué eso ahora no se cuenta? Algunos medios de comunicación no han hecho otra cosa que poner en evidencia que era un gasto innecesario lo que se ha hecho para acogerlo, incluso calculando ridículamente que cada minuto del viaje papal a España nos salía por 13.333 euros. Eso y mucho de negativo es lo que daba de sí parte de la prensa, que se empeñaba en insultar por insultar, como un periódico de tirada nacional que con toda desfachatez decía del catolicismo: “…una religión abyecta porque lesiona los derechos del 50% de la humanidad, de las mujeres, porque ampara el abuso sexual de menores cometidos por varios miles de degenerados con sotanas, porque representa la parte más cerril y retrógrada de la sociedad, y porque toda su historia no se diferencia en nada de otras religiones cuyo fundamentalismo hoy nos aterra” Ya no es solo mala leche, es sencillamente rencor retrogrado que solo sabe ver negativo. La invitación que este peregrino, Benedicto XVI, ha hecho es la de superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, ha hablado de la necesidad de que los avances de la medicina respeten la vida y la dignidad humana y ha comentado la contribución de la fe a una sociedad más digna y esperanzadora. La visión que el Papa nos ha dejado es la de que no hay dos sociedades, la de Dios y la de los hombres, sino que es una misma sociedad humana, pero que tiene que estar abierta a lo trascendente. Casi nada de este mensaje se ha reflejado en algunos medios de comunicación. Los medios viven una realidad apasionante pero difícil. Tienen un enorme protagonismo, con lo estupendo y peligroso que puede tener esta circunstancia pero no pueden de ninguna de las maneras enfangar un mensaje de esperanza por defender la ideología de su amo gubernamental, vendarse los ojos y echar solo negatividad sobre la visita de alguien que lo más “peligroso” que nos decía es que “belleza, santidad y amor de Dios llevan al ser humano a vivir en el mundo con esperanza”.
Las palabras de Benedicto XVI son una buena fuente de reflexión en un mundo desgastado por la miopía de quienes prefieren seguir viendo el cristianismo como opio del pueblo y no como una vía de paz y de unidad entre los hombres. Me quedo con una reflexión del Papa que sin duda es universal y valida para todos, creyentes o no: “La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra”. “La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad. No puede renunciar a ellas, porque está en juego el ser humano, porque le mueve el amor al hombre”.

por @mbellido

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