Con la nariz pegada a la ventana, me siento como el astronauta Yuri Alekséyevich Gagarin, que el 12 de abril de 1961 a bordo de la nave Vostok 1 fue lanzado al espacio exterior siendo el primer ser humano en alcanzarlo y viajar por él. Miro desde la ventana al exterior, a este trozo de universo que son estas calles vacías donde cae la lluvia a raudales. Esta ventana se ha convertido en la escotilla de mi capsula espacial,  porque la cuarentena se parece a un viaje espacial. Encerrado, sin posibilidad de salir al exterior, manejando la comunicación y el trabajo a través de útiles digitales: el móvil, la tablet, el ordenador…

Ejecuto a lo largo del día actividades vehiculares como si fuera un astronauta: controlo los recursos alimenticios, para no desperdiciar alimentos y que aquellos que consumo sean los apropiados para esta reclusión anormal, controlo el consumo de energía,  el consumo de agua, establezco horarios para hacer ejercicio físico,  para hacer meditación, para momentos de ocio….

El pensar que hoy mi hogar en una especie de nave espacial me consiente de elevarme por encima de lo cotidiano y mirar los acontecimientos,  el trabajo, las relaciones, la política y el día a día con otra mirada mucho más abierta, profunda  y  alargada.

Gagarin también se asomaba de vez en cuando a la escotilla de su nave espacial. ¿Quién sabe que pensaba observando ese punto azul en medio del universo; ese planeta hermoso y frágil, casa de la humanidad? ¿Quizás si en algún momento pensó que allí abajo había rincones donde se pasaba hambre y frío, donde hermanos se mataban en conflictos bélicos ideados por vendedores de armas? ¿Quizás  si ya intuyó que las manos del hombre maltratarían cada vez más  los ecosistemas y la naturaleza? ¿Quién sabe si imaginó que un día la humanidad estaría arrodillada ante un virus invisible que mataba cuerpos y almas? ¿Quizás si las estrellas le parecieron  las pecas del rostro de Dios y en algún momento sintió el deseo de elevarse aún más para unirse al Eterno?

Estoy convencido de que este viaje espacial es el símbolo de una tercera navegación que la humanidad hace para descubrir un Bien más profundo, un Absoluto que se expresa en un silencio que habla, un espacio de acogida total porque es Amor; un viaje que nos puede ayudar a contemplar un nuevo amanecer en la tierra del ocaso.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com