Nunca en el pasado habíamos asistido a presiones tan fuertes de la sociedad sobre las empresas para que estas asuman un papel de liderazgo en cuestiones sociales, ambientales y de gobernanza. Estas insistentes demandas se sitúan en un cambio de época generado por la imparable evolución de las nuevas tecnologías y los avances científicos, que ponen a los empresarios y a los emprendedores ante nuevos paradigmas, nuevos modelos y distintas pautas de comportamiento. Situaciones complejas que se suman a los cambios que producen los mercados y los vaivenes de la economía, obligándoles a desarrollar análisis y modificar estrategias para solucionarlas.

En este cambio de época, uno de los temas que ha irrumpido en nuestra sociedad, que suena cada vez con más frecuencia y que se está vinculando, por supuesto, a ámbitos empresariales es el de la sostenibilidad. Lo positivo es que se está constatando que, cuando una empresa enfoca sus valores y sus principios éticos hacia la sostenibilidad, facilita que su misión y visión incorpore nuevas maneras de ver la realidad de forma global. Exactamente esto es lo que han venido a aportar los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” presentados en la Agenda 2030: una nueva agenda con desafíos concretos para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos, contenidos decididos por los líderes mundiales el 25 de septiembre de 2015 en la Asamblea General de la ONU.

Para enfocar nuestra sociedad hacia un ambicioso y deseable horizonte más sostenible del 2030 se necesitan medidas extraordinarias que deberán desarrollar los gobiernos, junto a la sociedad en general y, como decíamos antes, con la aportación particular del tejido empresarial y el mundo de los negocios, los cuales, por su naturaleza, están acostumbrados a innovar y, precisamente por ello, a jugar un papel fundamental en cada nuevo escenario histórico. Por lo tanto, el compromiso de las empresas con los ODS va más allá de la inocuidad, del hacer el menor daño posible o del cumplimiento del principio básico de respeto al medioambiente y a las personas.

Cada empresa está llamada a través de sus servicios y productos a dejar una huella única en la vida de la sociedad, incorporando a sus propias metas las otras metas globales. Los ODS permiten parametrizar y articular con un cierto grado de precisión la relación entre empresa y dichas metas.

Lo que sí parece claro, y así lo acreditan los expertos, es que este compromiso estratégico con los ODS puede llegar a generar más de 380 millones de empleos, más de 12 billones de dólares en oportunidades de negocio hasta 2030 y que, con solo alcanzar la igualdad de género contemplada en uno de los Objetivos, se podrían añadir 28 billones de dólares al PIB global en 2025.

Estos ODS requieren un compromiso estratégico, a través de un cambio de formas de desarrollar productos, servicios y modelos económicos en beneficio de la sociedad, y cada empresa deberá adaptarlos a sus propias circunstancias, teniendo en cuenta qué indicadores son particularmente relevantes para los países en los que opera. En esta edición contamos cómo lo están haciendo muchas empresas de distintos tamaños. Se trata de ofrecer una oportunidad para reflexionar y redefinir el valor de nuestras empresas andaluzas, no solo a través del filtro financiero, sino especialmente el social.

Manuel Bellido

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