Una puerta es un objeto que permite la apertura, que consiente el paso cuando así se desea. Viví hace años en una casa que tenía, en una de sus habitaciones, una de esas puertas que sus bisagras permiten abrirla hacia dentro o hacia fuera. Esta imagen me hacía reflexionar sobre una actitud que a menudo tenemos con nosotros mismos o con los demás. Abrir o cerrar, es una acción que repetimos innumerables veces durante el día. Nos abrirnos a nosotros mismos para descubrir lo que está cerrado u oculto en nuestro corazón, nos abrirnos a otro ser humano en una relación de plena confianza, nos cerrarnos para que no salgan de nuestro interior los pensamientos y sentimientos más íntimos para reflexionarlos y considerarlos valientemente, nos cerrarnos para impedir que algo o alguien entre en nuestro circuito intelectual o sentimental.
No es el ambiente y las circunstancias, lo que condiciona nuestra vida, somos nosotros mismos, que con nuestra voluntad de abrir y cerrar esa puerta, decidimos y determinamos aquello que viviremos y que nos circundará. Podemos cerrar o abrir lapsos, relaciones, años, historias, pasados, futuros.
La llave para abrir esa puerta es la capacidad que posee el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, por lo que se hace responsable de sus actos y que es la libertad.
A menudo escuchamos comentarios disímiles y diferentes sobre una misma persona, escuchamos apreciaciones positivas de unos y críticas negativas de otro. Una de las dos valoraciones nos sorprenderá, dependiendo de qué rostro conozcamos de esa persona, de cómo hayamos abierto o cerrado nuestra puerta a esa persona que en un momento se nos acercó.
Esa puerta, que todos somos, podemos pintarla de un color oscuro o claro, que atraerá o rechazará a quien se nos acerca. Uno de los colores más socorridos, es el color de la sonrisa. Al sonreír a quien se nos aproxima le estamos mandando la señal de que nuestra puerta puede abrirse de par en par. Al otro lado de nuestra puerta siempre hay alguien que puede enriquecernos, a este lado de nuestra puerta está lo más profundo de nosotros mismos. Nosotros podemos decidir siempre si la abrimos o la cerramos. Hacia fuera o hacia adentro hallaremos infierno o paraíso, los dos polos entre los que oscila nuestra vida y que en realidad muestran la estatura de lo humano.

por @mbellido

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