Navidades de todos y de nadie. Navidades cada vez más ajena a su protagonista. Las mías las recuerdo una a una y hoy desfilan por mi memoria en modo desordenado. Todas significaron algo nuevo y hoy rebusco en los bolsillos de mi memoria imágenes para ponerlas en fila como los pastores de aquellas Navidades de belenes preparados por las primorosas manos de mi madre en el comedor de casa. Navidades de adornos y de luces intermitentes.

Navidades con el brasero encendido bajo la mesa camilla y cenando deprisa para irse pronto a la cama porque los Reyes Magos venían a traerme los juguetes.

Navidades con foto de recuerdo mientras entregaba a unos pajes, bajo una marquesina a las puertas de un centro comercial, esa carta sin sellos que con tanta ilusión había escrito.

Navidades lejos de mi familia donde el teléfono se humedecía de lágrimas de nostalgia. Navidades delante de la televisión en una habitación de hotel de algún país extranjero.

Navidades con la guitarra en mano recordando viejas canciones que entre un cigarrillo y otro nos atemperaban el corazón.

Navidades oscuras como un horno, largas y oscuras como el café que me tenía despierto en los pasillos de un hospital velando a un ser querido. Navidades en las literas de un tren sin prisas que atravesaba estaciones y fronteras con un traqueteo que sacudía maletas, memorias y recuerdos. Navidades heladas de frío a la salida de una fiesta.

Navidades de lluvia bajo nubes más grandes que el cielo.

Navidades donde ella estaba lejos y hubiera hecho lo imposible por cambiar los mapas de geografía y acortar distancias con la fantasía.

Navidades donde tú llenabas mis manos con el amor de las tuyas.

Navidades de un minuto donde las agujas del reloj corrían más de la cuenta. Navidades de cielo en los ojos de mi hija.

Navidades de nuevas luces y estrellas cometas que perseguir alzando la mirada al cielo como hacen los girasoles. Navidades de fuertes vientos que se llevaban lo peor del pasado y traían nuevas ilusiones.

Navidades, y ya habré vivido más de 52.

Para esta Navidad que se apresura iluminando las calles y llenando de turrones, polvorones y regalos las tiendas del centro, quisiera un milagro para el pequeño mundo de cada uno y para el gran mundo que habitamos: que se transformen muchos yo en un nosotros. Y que el recuerdo de ese Niño que da sentido a la Navidad haga resonar en los cuatro rincones de la tierra esa palabra, que de manera extraordinaria supo expresar con su vida: Paz.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com