Hay libros que nos leen.  Sí. Muchos de esos objetos de papel de apariencia inofensiva  tienen ojos escondidos  que leen nuestro interior. La cubierta, esa parte exterior del libro, de material más duro  nos percibe desde la imagen plasmada y desde el titulo. A  veces, también desde el autor.  La imagen aviva emociones, el titulo, actitudes y el nombre del autor enlaza nuestros recuerdos con otros textos escritos por la misma mano.  También nos escrutaran esos ojos encubiertos  en la presentación del editor, el prefacio o la introducción, que en pocas líneas dicen habitualmente mucho, suscitando interés o desinterés por el tema que encontraremos en sus capítulos. Será una especie de mirada que nos hará sentir a veces cómodos y a veces incómodos y probablemente fijará un marco de entendimiento que nos preparará para comprender el contenido del libro y del que no saldremos hasta la última página. El prólogo, si es responsabilidad del autor, machacará nuestro entendimiento, ya que en una especie de entradilla, concentrará como en un perfume la esencia de la idea o de las ideas que querrá transmitirnos con su obra. El índice, que da paso al contenido, nos avisará de esos peldaños que iremos subiendo hasta alcanzar la comprensión total de la sustancia escrita. A medida que iremos afrontando los capítulos esos ojos irán contemplando la perdurable aventura interior que provocan los relatos.  Observaran nuestras sorpresas y descubrimientos. Examinaran nuestras reacciones. Vislumbraran nuestras emociones e inquietudes. Mientras leemos, casi siempre descubrimos que no estamos solos. Nos convertimos en un personaje más del libro. Nos sentimos interpelados, requeridos, demandados por los otros personajes. Mientras leemos conocemos otras, vidas, otros mundos, otras culturas que nos intiman, nos replican, nos  suplican o nos regañan. La inmensa riqueza que atesoran los libros no nos pierden de vista un instante. La mirada inclemente de los libros nos empuja, casi siempre, a fundirnos con las ansias,  las esperanzas, las preocupaciones y las certezas de nuestros semejantes de hoy y de siempre. Los libros nos leen para permitirnos conocer mejor las páginas invisibles de nuestra alma.

por @mbellido

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