Entre los mail que algunos  lectores  me han enviado después de leer mi artículo ¿Meretrices o esclavas?, he encontrado opiniones enfrentadas. Abordar el tema de la prostitución en un medio de comunicación es siempre un detonante para que se abra un debate. Muchos me subrayan la delicada situación en que se encuentran ciertas mujeres por la extorsión  que sufren y la incapacidad  de optar por otra vía  para sobrevivir. Otros me dicen que la prostitución, el oficio más antiguo del mundo, no ha movido nunca, en la historia, a ningún gobierno, a tomar medidas serias para solucionarlo. Naturalmente, quien me decía esto, se referiría, no a las mujeres que libremente eligen ejercerla, sino a aquellas que son explotadas. Efectivamente, lo que habría que erradicar son las mafias, que se aprovechan de la miseria humana para satisfacer deseos sexuales.

Otra de las opiniones que me llamaban la atención era la de una persona que planteaba  que se tendrían que aplicar impuestos  al ejercicio de esta labor. Me decía que probablemente muchas cosas cambiarían si las prostitutas pagasen tasas como todos los demás. “Como en todo negocio, el riesgo que vaya bien o mal, no exime de pagar impuestos”. Este lector  proponía disciplina en  los pagos a Hacienda, a la Seguridad Social y, además, cumplimiento de un horario y la obligación de  un lugar donde ejercerla, fuera de la calle. También ha habido quien se preguntaba si ese sometimiento que muchos hombres requieren a las prostitutas no es en realidad violencia de género.

Varios  refranes me ha recordado un colega en su mail: “el amor de puta y fuego de aulagas si presto se  enciende, presto se apaga”, amor de putas y fuego de virutas, luce mucho y poco dura”, “putas y dados y caminos de odre, matan al hombre”,  “amor de puta y vino de frasco, a la noche gustosos, y a la mañana dan asco”, “mientras tengas hijas en la cuna, no llames puta a ninguna”.  Un refranero que muestra la histórica doble moral en nuestra sociedad sobre este asunto. El dinero está también detrás de esta doble moral.

18.000 millones de euros anuales,  mueve, en España el negocio de la prostitución. Doble moral también para algún sector de la prensa que se embolsa al año 40 millones de euros en concepto de  publicidad de contactos y servicios sexuales.

Hablando de doble moral, me vienen a la mente, la frase que oí, no hace mucho, de la boca de un sindicalista: “La prostitución es una forma de violencia contra la mujer y hay que afrontarla, pero también hay que defender los derechos de todos los trabajadores”.

Mi convicción es que la prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella comprando el servicio. Es una lacra social y más,  con el avance que en estos años, está teniendo en el ámbito de menores.

Agradezco las cartas y por haber permitido que mi post, abordando este tema de interés social, se haya convertido en debate e intercambio de opiniones.

por @mbellido

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