Servir en la vida pública es tener en cuenta a las personas, a los individuos, uno a uno, y a todos en su conjunto; es trabajar para optimizar las condiciones en las que viven; es tratar de resolver los problemas que tienen; es reducir los males que padecen; es  crear y mejorar  las estructuras que necesitan y los servicios públicos que precisan.  Toda intervención política que no esté encaminada a mejorar las condiciones objetivas materiales, sociales y morales que puedan permitir a los ciudadanos progresar, carece de sentido. España vive desgraciadamente un momento tan crítico que se está convirtiendo en uno de los países dela UE donde más golpea la pobreza. Según las estadísticas del INE o del FMI,  más del 25% de los españoles vive en trance de pobreza. Más del 40% de los hogares españoles tienen enormes dificultades para llegar a final de mes y cerca de 1.800.000 familias tienen a todos sus miembros en paro. Por debajo del umbral de la pobreza vive cerca del 23% de los hogares españoles. El 10,7% de los 84 millones de pobres que tienela UE son españoles. Ni la pobreza ni el paro son males que atacan a un país de la noche a la mañana y tampoco es un virus que embiste sin avisar. En 2007 se vio venir un toro bravo, con mucha mala idea, y muchos analistas económicos dieron el aviso de que su cornada podía ser mortal.

El gobierno de entonces negó la crisis hasta la saciedad, ridiculizando y llamando antipatriota a quien advertía de ella, siguió gastando y endeudándose y haciendo poco, mal y tarde  para taponar la sangría. ¡Cuánto se podría haber hecho desde entonces y cuánto sufrimiento se habría evitado a familias y emprendedores! No es de extrañar que muchos ciudadanos nos preguntemos dónde estaba toda  esa gente que hoy se echa a la calle con pancartas y reproches sin fundamento. Y tampoco es de extrañar que también nos preguntemos quién les ha concedido la capacidad de arrogarse la representación de todo un país. Muchos de los que ahora piden un referéndum sobre sin son adecuadas o no las medidas del gobierno estuvieron callados cuando el anterior presidente del gobierno bajó el sueldo a los funcionarios, no reconoció la crisis y siguió gastando y derrochando. Mucha gente piensa que aquellos que salen repetidamente con la pancarta en la mano para hacer bulto y repetir consignas son precisamente los que hasta ahora han vivido sin sudar demasiado, a costa de los impuestos de todos los españoles. Muchos son ya los que piensan que se trata de individuos u organizaciones que tienen miedo de perder sus subvenciones o quieren volver a tener despacho, chofer, tarjeta de crédito y dietas en las administraciones publicas. En nuestro país afortunadamente hay muchos ciudadanos que, aunque no participen en manifestaciones o huelgas, son muy sensibles con los problemas de los demás y por eso están arrimando el hombro y poniendo su grano de arena para levantar el país. Son los voluntarios, que están ofreciendo generosamente su tiempo libre para colaborar en organizaciones  que ayudan a esa gente que ya no tiene ni para comer. No está mal acercarse alguna vez a algún comedor social, banco de alimentos o agencia de empleo para comprobar cuanta generosidad desinteresada circula aún en nuestra sociedad; cuanta buena gente, que sin hacer ruido, está haciendo una importante labor de apoyo y promoción social a esos grupos en situación de precariedad. Obras son amores y no buenas razones.

Manuel BELLIDO – bellido@mujeremprendedora.nethttps://manuelbellido.com

por @mbellido

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