Las virtudes, así me enseñaron cuando era niño, son cualidades que permiten a quienes las poseen tomar decisiones correctas incluso en situaciones difíciles. Las virtudes en la vida pública y política son opciones, decisiones, orientaciones y comportamientos que lucen para bien o para mal en las conductas y en los discursos.. Hoy en el Congreso de los Diputados, pese al jarro de agua fría que ayer le cayó encima al PSOE por el caso de lo EREs, Rubalcaba ha iniciado la sesión de control manteniendo su estrategia de acoso y derribo al Gobierno por el caso Bárcenas. El líder de la oposición parafraseando a Wiston Churchil le decía a Rajoy: «Su historia es una patraña envuelta en una mentira que finalmente desemboca en un embuste». ¿No teme Rubalcaba que un día no muy lejano, tan vehemente y abundante retahíla de acusaciones se vuelva contra él? Los ciudadanos de toda España van teniendo cada vez  más claro que este caso de corrupción política no es una gamberrada de cuatro golfos. Cada día aparecen más personajes involucrados en el asunto. Son ya 123 los acusados por la juez Alaya, entre ellos 30 cargos o ex altos cargos de la Junta.  La gente en la calle se pregunta cómo es posible que un desfalco tan chapucero y desvergonzado pueda producirse durante tantos años sin que ese Partido o las máximas autoridades autonómicas lo sepan y lo frenen.  Se mire como se mire el caso de los EREs es de una gravedad y de una  inmoralidad monstruosa. Estamos hablando  de más de mil millones de euros de fraude (1.217 millones según el informe de fiscalización de la Cámara de Cuentas).

¿Puede seguir Rubalcaba mirando para otro lado e ignorando lo que tenía en casa propia sin decir una palabra al respecto? ¿Virtud sería reconocerlo, respetar a la justicia, pedir dimisiones y contar si conocía algo de tales fechorías? No me cabe duda. Está claro que si no se pelea  para acabar con la corrupción y la podredumbre, empezando por la propia casa, se termina  formando parte de ella. “Nunca se roba algo, se le roba a alguien” y en el caso de los EREs se ha robado a los andaluces, a los españoles. Un soberbio atentado contra el  bien común. El bien común no es sólo la tarea del poder político sino también la razón de ser de los políticos. Rubalcaba tendría que condenar este gran embrollo caiga quien caiga. Una de las virtudes que hacen ética una conducta política es la veracidad. Nos gustaría verla relucir con claridad en Rubalcaba en los próximos días, ya se sabe que una virtud simulada es una impiedad duplicada: a la malicia une la falsedad y eso se termina pagando.

 

por @mbellido

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