Por fin ha empezado la cuenta atrás para las elecciones anticipadas. Hemos perdido muchísimo tiempo, podían haber sido antes, pero Zapatero entró en razón solo antes de las vacaciones y las anunció para el 20 de noviembre. Claro que hubiera sido mejor anunciarlas para octubre, pero el PSOE necesitaba el plazo necesario para que la maquinaria electoralista situara a su candidato en una escena más favorable y posiblemente acompañada de algún anuncio importante de ETA. Nuevamente las claves de la política española han vuelto a ir por derroteros distintos de los económicos como nos tiene habituado este Gobierno desde hace siete años. Zapatero jamás desembarcó en las latitudes de la economía real, primero negando la crisis y después, cuando finalmente la reconoció, dejando de acometer las reformas de calado que España necesitaba. A consecuencia de su dejadez hemos asistido al mayor derrumbe que se había producido en nuestro país del tejido empresarial y de consecuencia del empleo. En estos años el mal Gobierno de Zapatero y sus ministros ha dado ventaja a la ignorancia sobre la instrucción, al veneno de la división sobre la unidad de los españoles, al sector público benefactor sobre el sector privado creador de empleo, a la improvisación sobre el predominio de los criterios fundados, al pretexto de favorecer el diálogo social sobre firmeza de las reformas laborales. A los cinco millones de parados y a las miles de empresas asfixiadas por reglas demasiado desconectadas de la economía productiva este Gobierno siempre hizo oídos sordos. Las colas de pobres en los comedores de Cáritas tampoco pudieron disfrutar de los cubiertos de plata y finos manteles de la Moncloa.
España está harta de regresar al pasado para ensalzarlo o denigrarlo. Zapatero se ha llevado siete años resucitando a Franco, a la guerra civil y a la II República. En democracia cada generación es una nueva nación y gobernar no es emplearse en denunciar las maldades de un pasado que no volverá, es trabajar en el presente con la vista puesta en el horizonte. La nave de España necesita poner rumbo al futuro. Un futuro que podremos inventar en un aquí y ahora a partir de las próximas elecciones. Un futuro esperanzador que piden a gritos el millón trescientos mil hogares españoles sin ningún ingreso, los cinco millones de parados y aquellos empresarios desesperanzados con la espada de Damocles sobre sus cabezas.
Los excesos y raquitismos que han paralizado España, que han ralentizado su marcha y han retrasado su desarrollo no pueden volver a habitar la Moncloa. Conditio sine qua non de quien gobierne nuestra tierra en los próximos años será procurar el bien común de la colectividad y nada más. Gobernantes y gobernados tendrán que dar lo mejor de si. España tiene un problema de competitividad grave en muchos aspectos: hay que trabajar más y mejor. Todos.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com