Me prometí que estaría al tanto de la información económica durante las vacaciones y así lo escribí en mi carta de la edición de julio. Mis compañeros de la redacción por teléfono e Internet suplieron la imposibilidad de acceder a la prensa escrita estando lejos de aquí. Evidentemente, entre las noticias no encontré esa que nos habría devuelto algo de esperanza: que el gobierno no se permitía vacaciones y se ponía manos a la obra para estudiar y aportar soluciones válidas a la crisis económica. No, los miembros y «miembras» del gobierno de ZP se dispersaron por mares y montes para ponerse morenitos o para hacer visitas de carácter benéfico en África o América Latina. Mientras tantos los índices negativos que se cernían sobre nuestra economía sofocaban más que los calurosos vientos africanos: los datos de inflación, los más altos desde la recesión de 1992, las cifras del paro «in crescendo», el 10,7 % de la población activa, el nivel de endeudamiento familiar subiendo peligrosamente, ya en máximos históricos, el descenso del consumo, el agravamiento de la situación en el sector de la construcción y una crisis financiera internacional que cada día va a peor. Y, además, comenzamos a liderar la caída de producción industrial de la Eurozona. ¿No nos habían dicho desde el gobierno que el sector industrial iba a recoger el testigo de la construcción y a erigirse en el gran motor de crecimiento? Desde hace meses no hay una sola variable macroeconómica que haya cumplido el objetivo fijado por el ejecutivo.

Con este panorama de fondo aparece un buen día Zapatero apartando de la silla a Solbes, poniéndose al frente de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y anunciando un programa de 24 reformas económicas para desarrollar durante 2008 y 2009. Decepción. Nada nuevo. Se limitaba a poner fecha y cuantía a proyectos que ya había anunciado antes. Sólo uno entrará en vigor este año: la bajada de aranceles a notarios y registradores. Estas reformas que incluyen iniciativas para financiar las pymes y la adquisición de vivienda protegida (VPO), supondrán una inyección de liquidez de 20.000 millones de euros en 2009 y 2010. ¿La receta de elevar los impuestos para incrementar el gasto asomará de nuevo por el horizonte?

El presidente sigue sin abandonar su optimismo y dice: «Esperemos que la recuperación llegue en un tiempo razonable», pone otro parche y pierde otra vez la oportunidad de asentar la confianza de los españoles. Concluía un representante de CIU que este plan es «una aspirina para un enfermo muy grave».

El crac en la Bolsa de Wall Street de 1929, la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de Estados Unidos, inauguró una crisis económica y social sin precedentes, la mayor crisis económica a la que se ha enfrentado el sistema capitalista. Hoy, en esta crisis, volvemos a ver de la mano y enfermas la economía real y las altas finanzas. Cuando en 1977 las cosas se pusieron feas fue posible salir de la crisis gracias al consenso. Esperemos que el gobierno no siga perdiendo oportunidades o habrá que darle la razón a Rosa Díez cuando dijo este verano que «El mayor problema de España con la crisis es un Gobierno que niega su existencia».
Manuel Bellido

por @mbellido

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