Convulso es el tiempo que nos ha tocado vivir. Cada día los medios de comunicación nos muestran la imagen de un mundo que como en una gran olla cuece al mismo tiempo fenómenos climatológicos terribles, crisis financieras, enfermedades infecciosas, inundaciones, hambrunas, luchas de poder político y, al mismo tiempo, avances científicos y tecnológicos inimaginables hace relativamente poco. Ante este panorama, el ser humano sigue sintiendo la necesidad de encontrar líderes que hagan de guías y puedan conducir a la sociedad a través de todos estos cambios a un estado de bienestar y seguridad, que le ayuden a resolver los grandes problemas que nos amenazan y le acompañen a un futuro esperanzador y pacífico. En este torbellino el ser humano sigue preguntándose por el sentido profundo de su vida mientras contempla la aceleración imparable de las nuevas tecnologías en los últimos 60 años. El patrón de multiplicación de número y capacidad de los ordenadores se repite en otras tecnologías tales como robótica, inteligencia artificial, biología sintética, impresiones 3D, etc. Todo se mueve muy rápido y a muchos no pasa desapercibido que esto afecta al desarrollo empresarial, económico y social de las naciones. Ciertas cosas ya no son ciencia ficción de cine y asuntos como el de la inteligencia artificial están ya en el debate social. Hace pocos meses escuchaba a Steve Wozniak, cofundador de Apple, decir sin arrugar el gesto: “¿Qué podríamos hacer si un ordenador fuese inteligente como un ser humano? ¿Y si fuera diez veces más inteligente? No tendríamos manera de pararlo y esto sería horroroso”. Bill Gates, padre de Microsoft con la misma lucidez decía también recientemente que “la inteligencia será fuerte lo suficiente para convertirse en una preocupación”. Lo cierto es que ese futuro se acerca con una rapidez extraordinaria. Un chip capaz de contener millones de datos, leerlos e incluso transformarlos en decisiones infelices. Un chip capaz de sustituirnos en nuestras empresas, marginándonos en las decisiones, haciendo que nuestra presencia no sea tan determinante, regalándonos más tiempo para el ocio y quitándonos, a la vez, el privilegio y la exclusividad de pensar y de consecuencia el apasionante milagro de la invención. Una inteligencia artificial que podrá ir colonizando poco a poco nuestro cuerpo, tomando posesión de él con sucedáneos biónicos que sustituyan nuestros órganos. Avances que en muchos casos están casi prometiendo la supuesta inmortalidad. Tanto es así que el último World Economic Forum, donde se presentaba la edición 2015 del programa «Global risks» que enumera las principales amenazas a nivel mundial, exponía como una de ellas el gobierno de las tecnologías emergentes. Concretamente decía “disciplinas como la biología sintética y la inteligencia artificial representan una oportunidad para resolver algunos problemas que nos afligen pero al mismo tiempo pueden generar riesgos difíciles de prever en el laboratorio”.
Estos grandes cambios que están transformando el mundo son los que nos han empujado a ser co-organizadores de la Cumbre Singularity University, que viene a España por primera vez. La institución de mayor prestigio y especialización a nivel internacional dedicada a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías ha elegido Sevilla para celebrar su cumbre. Por primera vez en el sur de Europa, combinará la visión de los mayores expertos de Silicon Valley con las maravillas de una de las más hermosas ciudades del mundo. Desde aquí queremos invitar a todos nuestros lectores a que nos acompañen a conocer los últimos avances tecnológicos que cambiarán nuestra vida en los próximos años. Los expertos de Singularity University hablarán sobre los grandes cambios que se avecinan. Serán rupturas bruscas y a todos nos conviene anticiparnos a ellas.
Manuel Bellido
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