Desde hace tiempo parece que el discurso político se va llenando cada día más de teorías y supuestos  y se va vaciando de interés por las personas. La respuesta política a la demanda de la gente no satisface.  La perorata que largan día a día no conecta porque no habla al corazón, ni al espíritu, ni a la inteligencia; no focaliza las  necesidades reales.

Además, en este laberinto y selva, que es la sociedad actual, las personas se sienten desde los más profundo de su ser, peregrinos que buscan desesperadamente un camino, un horizonte que sacie su sed de belleza, de verdad y de amor. Es lo que siempre ha buscado el ser humano desde siempre. Buscamos certezas y gran parte de la política de hoy solo ofrece inseguridad. Los múltiples discursos políticos de los partidos, son a menudo contradictorios, demagogos e incluso irreales. Ríos de palabras que resbalan sobre la inteligencia y los sentimientos de la gente que sigue observando atónita, como una buena parte de los políticos  busca afanosamente el poder por el poder, en una carrera vertiginosa, donde  casi siempre vale todo para alcanzarlo o mantenerlo.  En este paisaje aparece una formación como Podemos, y algunos poderes mediáticos se empeñan en colarnos que sean ellos quienes abanderen los valores de nuestro futuro inmediato. Es de ingenuos o de mal intencionados, pensar a estas alturas que la paz, el bienestar o la libertad se puede lograr con la lucha de clases. Volveríamos a repetir ciertos errores históricos y esta vez lo pagaríamos demasiado caro. ¡Menudo paisaje!

Echamos de menos líderes que sientan una gran pasión por la excelencia, que trabajen ardua y honradamente por conseguir grandes y realistas metas, que ilusionen sin vendernos humo. El discurso político que añoramos no el de los mítines cuyo contenido es el ataque sin cuartel al adversario con la visón alicorta de la ventaja instantánea. Necesita la sociedad propuestas sensatas dirigidas a personas libres, que tienen sentimientos, que no se merecen que se las engañe ni que se les insulte a su inteligencia.

¡Por eso es penoso ver como el discurso de Pedro Sánchez, que llegó como una esperanza, cede a menudo a la tentación de la palabrería populista y recurre a menudo también al recurso facilón de echar la culpa a cualquiera menos a él.

Entre los retos de los líderes políticos actuales está el de recuperar la verdad en sus actos y en sus palabras. Tendrían mucho que ganar porque la verdad ejerce siempre una atracción extraordinaria.

por @mbellido

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