Perplejidad es lo que siento cuando, echando un vistazo a las redes sociales, descubro la epidemia de “sonambulismo” que sufre parte de la sociedad española. ¿Síntomas?  Cobardía, derrotismo y resignación, que por otra parte también caracteriza la actitud política de algunos partidos.  El “sonámbulo” es ese ciudadano que comete con su actitud de “pasota” una serie de pecados de omisión. El “sonámbulo” es un ciudadano egoísta que por comodidad descuida pararse ante los acontecimientos y razonar por sí mismo sin tener que acudir a los voceros televisivos que adoctrinan y dictan a través de eslóganes el criterio que adoptar ante los acontecimientos.

Los “sonámbulos” son esos ciudadanos que se han ido acostumbrando a que el poder de turno atienda a intereses de partidos minoritarios a cambio de votos y no medie con intereses colectivos en la perspectiva del Bien Común. El “sonámbulo” no rechista ante los estragos que hace a la igualdad de todos los españoles esos regalos que hace el Gobierno a los independentistas dejándose chantajear. El “sonámbulo” es ese ciudadano que mira para otro lado cuando desde el Gobierno se roba, se corrompe, mirando por los intereses propios, de amiguetes o de afiliados, en lugar de mirar por el conjunto de la sociedad.   

El “sonámbulo” no ve como el poder político se desvincula de la realidad día tras día, encerrándose en una burbuja defensiva para conservar el poder, aunque tenga que pisotear los múltiples lugares en los que se realiza la dignidad humana, como establece la Constitución. El “sonámbulo” no es consciente del daño que se nos hace cuando se pisotea a la familia, a los partidos de la oposición, a la sociedad civil, a la Iglesia, implantando un pensamiento único ideológico que acribilla cualquier diálogo o encuentro.

Al “sonámbulo” se le olvidó lo que significa participar o contribuir en la comunidad involucrándose personalmente en la política o en las instituciones de la sociedad civil.

Al “sonámbulo” le falta la perseverancia, la conciencia de tener que hacer un largo camino para cambiar las cosas haciendo propuestas claras y oportunas, sobre temas específicos, en realidades concretas.

Ciertamente, a muchos “sonámbulos” españoles le falta asumir una mayor responsabilidad, saliendo del propio ámbito -de la conversación en el bar donde suele protestar- y reclamar enérgica y educadamente en el lugar que corresponde cuando se encuentra delante de una injusticia. 

Desgraciadamente los demócratas en política están divididos, a menudo ocupados en enviarse excomuniones unos a otros. No es lo más adecuado. Ya somos pocos, al menos deberíamos intentar llevarnos bien entre nosotros. La España actual corre en la actualidad muchos peligros y necesitamos ciudadanos que estén a la altura de este gran desafío.

No podemos permitir que los jóvenes, tras décadas de crisis política, tengan una idea vaga del compromiso con el Bien Común. Habría que arriesgarse a ofrecerles respuestas a preguntas que a lo mejor no se hacen. Hay que enseñarles a pensar por ellos mismos y a actuar, no podemos permitir que se resignen y renuncien a impactar y no podemos seguir trasladándoles una idea tan reducida, miope, egoísta y distorsionada de la política.

Despertemos de nuestro “sonambulismo” personal y colectivo que no solo no resuelve nada, sino que envalentona a los autócratas. Ante nuestro “sonambulismo” se sentirán habilitados para continuar con sus corruptas tropelías.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com