“Un pederasta que mató a un niño sale de la cárcel por la derogación de la doctrina Parot”, “Liberan en Londres a tres mujeres tras un secuestro de 30 años”,”Clava un machete a su ex pareja y luego se tira desde un tercer piso”, “Un niño y su madre mueren al caer de un segundo piso”, “Aparece ahogado en el río un estudiante estadounidense”, “ El juez acusa a los padres de asunta de preparar durante tres meses el crimen”. Todas estas son noticias aparecidas hoy en la prensa. Ninguna de ellas nos ha llenado el ánimo de alegría ni de serenidad. Una amiga, de hecho me decía hoy, que las noticias sobre violencia de género la deprimen. Me decía además: “son hechos viejos como el mundo; probablemente estos casos de violencia contra la mujer como otras conductas criminales siempre han existido, pero hoy se conocen más gracias a los medios de comunicación y no hay día que no nos sobresaltemos con una de estas situaciones extremas y dramáticas”  No es difícil ponerse en el lugar de mi amiga y comprender al mismo tiempo lo que prueba leyendo o escuchando estas noticias. Ciertas noticias, cumpliendo absolutamente la sacrosanta labor de los medios, de informar se asemejan a fusilamientos sobre el humor de determinadas  personas, mujeres y hombres con sensibilidad, que no prueban ningún morbo conociendo estos hechos y que por supuesto, rechazan comportamientos bestiales y enfermizos. También es verdad que muchas otras personas tienen tendencias obsesivas hacia lo desagradable, lo cruel o lo prohibido. De hecho, las películas de terror siguen haciendo mucha taquilla.  Muchas personas me cuentan que a veces cambian de canal, cuando en TV aparece una noticia de estas características o en una tertulia se explayan con informaciones de este tipo. Son personas que sin cerrar los ojos a la realidad, quieren proteger su serenidad, desconectándose de aquello que les puede perjudicar. Los medios también podrían hacer un esfuerzo por dar un poquito más de espacio y de minutos a noticias edificantes y de crónica blanca y un poco menos a noticias como la del presunto asesinato de Asunta por sus padres. Ciertos relatos no son útiles ni siquiera mientras esperamos nuestro turno en la sala de espera del dentista.

por @mbellido

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