Hablando en los días pasados con algunos empresarios amigos, a los que suelo visitar todos los años en otros rincones de Andalucía durante la Semana Santa, he seguido notando la falta de curiosidad que mostramos en este rincón de Europa, por esas cuestiones conómicas que siguen llenando de titulares la sección de Finanzas en la prensa diaria, como los últimos desplomes que sufrieron las bolsas, las fuertes subidas de precios en EEUU, la mala racha del euro o el horizonte que está surgiendo con la tan cacareada nueva economía.
Este nuevo estado mental que recorre el mundo de la élite económica a través de los medios de comunicación, parece no haber inquietado mucho al grueso de nuestro tejido empresarial andaluz, alejado curiosamente en el día a día de esa actualidad macroeconómica que desborda los telediarios.
He oído mucho en estos días en Huelva hablar de las posibilidades empresariales que puede generar el proyecto turístico de Punta Umbría. Sé que en Granada se sigue debatiendo sobre los problemas en el sector del metal, y en las explotaciones de áridos de la provincia, sin perder de vista lo que se hace y lo que queda por hacer para potenciar al máximo su contrastada y rica oferta turística. En Málaga, el “boom” de la construción y su repercusión positiva en el comercio del hogar está moviendo la economía de la provincia, tema que acapara las conversaciones de mis amigos. En Jaén, la tasa de matriculación de vehículos que duplica la del resto de España y los índices de paro de la provincia, que están dos veces por debajo de algunas zonas del país, junto al buen momento turístico, son temas en la calle. En Sevilla pasamos de la Semana Santa a la Feria casi sin darnos cuenta, cogiendo una bocanada de aire, que nos dispensa de tratar ciertos asuntos que se dejan “para después de las fiestas”, aunque mientras tanto y gracias precisamente a éstas, hemos visto una bajada del desempleo debido a los contratos típicos estacionales y hemos comentado de pasada la impresionante subida en los precios de la vivienda y los tipos de interés, a los cuales parece que también hemos hecho caso omiso, ya que según Banco y Cajas estos datos, en nada han afectado a la demanda crediticia.
En fin, el espíritu emprendedor andaluz sigue su curso, mirando sólo de reojo lo que pasa fuera, porque mientras seguimos enfrascados en lo nuestro, percibimos que al fin y al cabo, los rectores de la economía internacional harán los “ajustes” pertinentes para que los mercados internacionales se hagan más selectivos a la hora de invertir, y la avalancha de capitales que ha permitido en estos meses el despegue de la empresas tecnológicas de la nueva economía, comiencen a respaldar sólo aquellos proyectos con garantía y solvencia, y no vuelvan a temblar no las bolsas ni los euros.
Puede ser también que el hincapié que se ha hecho sobre las previsiones macroeconómicas de la UE que prevén un fuerte crecimiento en el 2000 para el área europea de la que España forma parte, nos haya transmitido la tranquilidad y la confianza suficiente, para olvidar y sustituir el “abril negro” de la empresas tecnológicas y del mínimo histórico del euro por el “abril lluvioso” que a parte de deslucir un poco las fiestas ha supuesto un alivio para el campo andaluz que podrá salvar un buen porcentaje de los cultivos de secano, sobre todo si sigue lloviendo un poco más y la primavera no se presenta tan calurosa.
Lo cierto es que después de todos estos avatares, los pronósticos para la economía europea son de despegue y parece que un nuevo ciclo de prosperidad, con un fuerte crecimiento del consumo, de la producción y las exportaciones se aproxima. Si Andalucía está subida a este tren gozará de una evolución favorable en todos los frentes.
nueva economía seamos capaces de preguntarnos qué significa para nosotros y si estamos preparados para afrontarlo. Si nos perdemos un día, el mundo sigue girando sin nosotros, pero nuestras empresas no pueden quedar descolgadas. Habrá que preguntarse una y otra vez que podemos hacer para ser protagonistas y no víctimas de este cambio.