No hace falta profundizar demasiado para entender que, tanto a nivel climático como a nivel más humano -social, económico y político- algunas de las nubes más oscuras de nuestro siglo comienzan a acumularse sobre el Mediterráneo.

Las dinámicas que se están desarrollando en torno al Mare Nostrum ilustran inequívocamente cómo el cambio climático afecta también a otros factores de fragilidad y puede convertirse en un «multiplicador de crisis» capaz de infectar regiones enteras.

La ola migratoria y el terrorismo están poniendo a prueba el extraordinario experimento de civilización que representa la Unión Europea. De hecho, no es de extrañar que algunos países sientan la tentación de erigir muros -hasta ayer impensables- o de restaurar las fronteras nacionales europeas con el riesgo de celebrar el funeral del acuerdo Schengen, que nos da la libre circulación de personas por el interior de Europa.

No pretendo afirmar con rotundidad que exista una causalidad entre el cambio climático y el rápido aumento de las tensiones en el norte de África y Oriente Medio, pero es verdad que allí hierve un crisol en el que se concretan ciertos fenómenos, alimentando un fanatismo que, a su vez, mira hacia alianzas en el África subsahariana. Es precisamente en esa zona donde también se agudizan cada día más fenómenos relacionados con el calentamiento global…..

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por @mbellido

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