Escuchamos una y otra vez a Putin retar a Occidente a seguir armando a Ucrania y asegurando que la guerra no ha empezado todavía «en serio». Mientras tanto los rostros de miles de víctimas civiles y de soldados que caen en el frente ucraniano se disipan en el humo de una ofensiva propagandística por ambos lados que no conduce a nada.

Oficialmente no se dice, pero Europa está pagando un precio desorbitado con esta guerra, mientras la moneda rusa ha crecido un 35% en los últimos meses. ¿Qué está pasando? Creo que la percepción que tenemos los europeos de a pie de esta guerra es distinta de la que tiene Putin y de lo que realmente es.

Por una parte, los mercados no se fían de la solidez de la economía europea y apuestan más por la de EE.UU., lo que produce una auténtica guerra de nervios, porque nuestra economía se deteriora día tras día, aquí ante nuestras narices, no vemos la salida del túnel y todo se complica.  

¿Otros países en el mundo viven la misma situación? Pues no todos. Muchos pierden y otros ganan. India aumenta la importación de petróleo de Moscú en un 25%, China redobla el porcentaje añadiendo además 400.000 toneladas de gas licuado ruso. Para saber quien esta ganando con la guerra no hace falta investigar demasiado: Rusia ha exportado, por ejemplo, en el mes de mayo, 8,4 millones de toneladas de petróleo, más o menos 1,98 millones de barriles al día, (en abril fueron 1,59 millones de barriles al día). A todo esto, los países europeos siguen mendigando gas por el resto del mundo. Nadie habla de planes de emergencia para el invierno y por supuesto, tampoco Pedro Sánchez, ocupado solo de aguantar cuanto más pueda en la Moncloa. Un auténtico callejón sin salidas para Europa, que además quiere resolver el problema energético comprando carbón a mansalva.   Sabemos que el carbón deja un oscuro rastro tras de sí. Su quema genera emisiones de CO2 (convirtiéndolo en el principal causante del cambio climático). Así que, aunque la Ciencia nos siga recordando que el mayor impulsor del calentamiento global es el CO2 y que está ligado fundamentalmente a la quema de los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas, los gobiernos miran para otro lado y se queda en un “bla, bla, bla”, la transición energética y la emergencia climática.   

El líder ruso tiene una ventaja evidente: una percepción del tiempo diversa de la que tienen Zelensky y los europeos. Putin no tiene prisa y no teme que este conflicto pueda cansar a la opinión pública, no tiene ni siquiera que convencerla porque no tiene rivales internos. Ésta, además de ser una guerra de nervios para los gobiernos europeos es una guerra de bombas y muerte que están terminando con miles de vidas humanas. Un desastre bárbaro y monstruoso que afecta a parte de la familia humana; gente común que vive atormentada cotidianamente por brutales atentados, en Ucrania y en otros 10 lugares del planeta, donde están activos otros cruentos conflictos bélicos.

Vivimos una pesadilla con la pandemia, pero tan pronto como aquella tormenta amainó, estalló otra, la guerra insensata de Ucrania. Desde hace cuatro meses me despierto con la sensación de que una pesadilla reemplazó a la anterior. No nos queda que rezar, y pedir con Francisco “¡Que Dios muestre el camino para poner fin a esta guerra insensata!”

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com