Yo estoy indignado, tú estás indignado, nosotros estamos indignados, ellos están indignados. Es un rumor que retumba amplificado por un cierto oportunismo mediático, sin embargo, ese rumor de la Puerta del Sol o el de otras plazas producido por los correligionarios del 15–M no es la afirmación de unas propuestas, sino sencillamente, la posición de un rechazo. Lo que se percibe es el vivo espejo de una comunidad de antisistemas que tratan de crear un clima de desestabilización, (objetivo común de cierta izquierda), que trata de conquistar al mayor número de seguidores descontentos con técnicas muy bien apliocadas de manipulación de masas, aprovechando las bajas defensas de la sociedad, tocada por la crisis. Difunden mensajes que dicen todo y nada, tipo:” No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros”, “No hay pan para tanto chorizo”, “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. “Se alquila esclavo económico”, “Nos mean y dicen que llueve!”, “Mis sueños no caben en tus urnas”, “!!Tengo una carrera y como mortadela!!”, “Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco”. Amplificación y caricaturización no faltan, tampoco faltan dosis de encanto pasajero para los más jóvenes, tampoco falta una imagen de cierta unidad y representatividad, pero su reclamo ético y político no tiene continuidad de alcance institucional.
Algo que también sorprende es la mezcla que saben llevar a cabo de desacato de la ley y de las disposiciones de las autoridades con un morrocotudo y ridículo victimismo infantil de héroes perseguidos.
A los apasionados de historia, ciertas cosas de estos indignados nos suenan a esa frustrada quimera de la utopía pura y dura de ciertos totalitarismos.
Es normal que uno se pregunte por qué será que teniendo tantos seguidores como dicen, no forman un partido, se presentan a las elecciones y gobiernan con el respaldo de las urnas. Si de verdad creyeran en la democracia y en la soberanía del pueblo, aceptarían el veredicto de las elecciones. Reconociendo las caras de militantes de IU y de sindicalistas en estas manifestaciones me pregunto qué hacen cuando llegan las elecciones, ¿formarán parte de los abstencionistas o votaran a los dirigentes de las filas donde militan?
Lo cierto es que la participación variable y cada vez más escasa en los actos del 15 M estos días, me hace pensar que estas movidas producidas a base de crear estados de emoción, en realidad tienen una adhesión menor de la que aparenta. Solamente el núcleo duro que mueve el cotarro, se mueve con constancia y precisión y, aunque su lenguaje tiene mucho de radical socialismo, de anarquismo y de comunismo, han conseguido alistar a muchos, que como en estos días hemos leído en la prensa, tienen sorprendentes antecedentes policiales y judiciales de delincuencia común.
Desde aquella llamada del Abbé Pierre en el invierno de 1954 “¡Indígnense!” hasta el indígnense de nuestros días hay mucha diferencia.