Muchos europeos estamos dispuestos a seguir manteniendo el optimismo sobre la Unión Europea. Los políticos llevan años enmarañados en aproximaciones teóricas sobre las cuestiones de la unidad europea y sobre su construcción. Se gastan millones de euros en mantener estructuras burocráticas y no se avanza un milímetro.  A mi modo de ver hay demasiada palabrearía y poco debate real. Mucho ruido y pocas nueces.  Además, sin armas de fuego, parece que se está librando en estos tiempos,  entre estos países de la supuesta Unión, una verdadera guerra camuflada de economía y de poder. Una guerra “invisible” que desgasta a gobiernos y a ciudadanía, que va dejando un reguero de victimas y  extiende la pobreza.

El proyecto de UNION EUROPEA dejo de avanzar cuando se tiñó  de un carácter meramente burocrático y se dejó fuera del debate a la intelectualidad y a la espiritualidad. La identidad de Europa  ha ido desapareciendo progresivamente gracias a los nacionalismos beligerantes y a los egoísmos retorcidos de algunos mandatarios y partidos gobernantes o en la oposición de los distintos países, es decir, a intereses partidistas puros y duros, para ganar elecciones y adquirir cuotas de poder. Por supuesto, la unidad se ha hecho cada vez más inviable por la falta de liderazgo y grandeza de espíritu de quienes han gobernado y gobiernan. La conciencia europeísta de nuestro tiempo no puede seguir marcada por tendencias de derecha o de izquierda. La identidad que se requiere  es la de la unidad y la diversidad,  la del reconocimiento de valores permanentes en el pensamiento euro-occidental que impregnan nuestras raíces y, sobre todo en el bien común de los europeos. Quien quiera eliminar de la memoria el recorrido que hizo Europa desde su helenización primero, su romanización  y su culminación con el Sacro Imperio naufragará en la nada. Quien quiera imponer una tendencia política o económica estará metiendo un bastón entre las ruedas de este carro.  La cohesión de Europa se fraguó con valores y eso es un hecho;  una moneda no puede ser hoy  el nuevo cemento que vuelva a consagrar nuestra unidad.  Somos pueblos diversos, pero todos herederos de la latinización.

Estamos perdiendo un tiempo precioso donde  todos perdemos, nos desgatamos y nos empobrecemos. Este egoísmo y esta división hacen descender vertiginosamente el papel de Europa en el concierto internacional. Alemania seguirá creyéndose locomotora económica de Europa, Francia creerá que sigue conservando su “grandeur”, los ingleses seguirán presumiendo de su industria pesada y cada país seguirá remando como puede en medio de crisis cada vez más nocivas, intentando sobrevivir. Sin embargo todos estamos en medio de un naufragio y la costa que cada uno divisa es solo un espejismo.

Lo más seguro es que llegue ningún salvador, ni ningún mesías que reconduzca el rumbo del viejo continente. Somos los ciudadanos europeos los que tenemos que devolver el alma al  proyecto de europeización. Después de tantos años Europa sigue siendo asignatura pendiente, un paso decisivo en el camino que toda la humanidad tiene que recorrer hacia la Unidad.

Mientras que personajes como Artur Mas sigan mirándose al ombligo, encerrados en sí mismo y  politiqueando para perpetuarse en el poder nuestro andar será como el de los cangrejos. Hablar de unidad será como hablar en la lengua de las hienas. Personajes arrogantes y plañideros como este señor hacen mucho daño y además, tienen memoria escasa y no recuerdan que durante tres décadas los gobernantes de Cataluña han seguido legislatura tras legislatura chantajeando  a los gobiernos de la nación para malgastar y seguir como hoy, en quiebra. Así no llegamos ni a la puerta de la calle.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com