Cada vez que escucho decir “no tengo tiempo”, me pregunto qué es el tiempo.  Quizás, la más original de las definiciones,  la escuché a un amigo francés, André Gaborit, poeta y músico, que conocí en Florencia en mis años jóvenes. “El tiempo es una lucida flecha”, me dijo un día mientras visitábamos juntos la Galleria degli Uffizi. Muchas veces he recordado esta definición durante mi vida. Momentos  en los que la espera, la ansiedad, la premura…, me hacían sentir la incurable herida que producía la punta de esa flecha lucida que marcaba un instante. Hoy sin embargo, el tiempo se convierte cada vez más en una sucesión de momentos oportunos. Con la edad se presta más atención a determinadas cosas, otras ni se ven. Va cambiando el sentido de nuestro propio tiempo porque  hay cosas, acontecimientos, hechos, situaciones a nuestro alrededor que nos resbalan y otras, en las cuales intervenimos  a fondo desde la propia libertad. Así el tiempo deja de ser cronológico. El día no es la suma de horas, minutos y segundos, es la suma de momentos vitales. La lúcida flecha da en la diana de aquello que nos importa. No hay horas perdidas, minutos estresantes, o segundos  incandescentes, hay presentes.   Escribir, pintar, trabajar, amar  se han convertido para mí en cuantiosas ocasiones  en imagen móvil de lo eterno. Somos hacedores de vida y eso transforma nuestro tiempo. Nada es cíclico, nada se repite, todo siempre es nuevo.

El ayer es ya ilusorio y el mañana es solo hoy, no hay otro tiempo que el de ahora y, este ahora, puede ser eternidad. Los recuerdos depositados en la memoria son trozos de eternidad; una suerte de pléyade o constelación de momentos de vida donde un encuentro, unos ojos, un paisaje, un poema, un viaje, un dolor, una fruta, un trabajo, se convierte en una instantánea fotográfica archivada en la eternidad. Pasando a través de un filtro,  incluso aquellos momentos que nos parecieron perdidos, inútiles, abominables o dolorosos, brillan de un nuevo significado.

Brillan sobre todo aquellos donde hemos sido el otro. Parece una contradicción, pero somos cuando no somos. Borges diría, “mi salvación estriba en dar tiempo al tiempo del otro. Salvarme es salvar” El tiempo así se convierte en una aventura purísima, en el  asombro revitalizante y constante de nuevas esperanza.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com