Nadie nos preguntó donde queríamos nacer.  Nacimos en Andalucía, en Cataluña o en Murcia. ¿Qué sabían nuestros padres sobre los políticos que gobernarían nuestros días, sobre sus pasiones, locuras, virtudes o vicios? Creciendo fuimos conociendo el nombre de nuestra ciudad, de la nación y del continente que nos albergaba. Los que nacieron en democracia oyeron  hablar de independentismo solo de  las repugnantes bocas de los asesinos de ETA. Generación tras generación los españoles de a pie han visto como era imparable el camino a la globalización y como el viejo continente hacia esfuerzos por constituirse en Unión,  profundizando en sus raíces y buscando un mayor bienestar y desarrollo económico con una moneda común, la  libre circulación de bienes, capital y personas dentro de su territorio. De repente un virus, como la gripe que vuelve de vez en cuando con virulencia, ataca a unos políticos en Cataluña y van contando que su Comunidad Autónoma es una nación y que no alcanzará su máxima plenitud cultural, social o económica mientras continúe formando parte del estado español,  del que se quiere independizar. Además añaden amenazantes que si no se firma un pacto fiscal, se abrirá aún más las puertas hacia la independencia. No todos los catalanes comparten la idea y por supuesto no todos los españoles. El presidente de la Generalitat deja de representar a todos los catalanes para ser la voz, solo de aquellos, que apoyan su singular tesis. Durante la Diada los de los megáfonos manipula-masas gritan a todo pulmón: ‘Cataluña, un nuevo Estado de Europa’ y ni los manifestantes, ni la gente que se ha quedado en casa o se ha ido al campo, reflexiona sobre un hecho de meridianamente claro; con la independencia Cataluña saldría automáticamente de la Unión Europea y del euro,  tendría una prima de riesgo igualita que la griega, no podría sostener la Seguridad Social por sí misma y probablemente disminuirían muchísimo sus exportaciones al resto de España. ¿A que juegan Mas y compañía? Mejor dicho, ¿por qué juegan con las cosas de comer de los catalanes?

Triste panorama y más triste aún cuando acabamos de conmemorar  el bicentenario de la Constitución de Cádiz que proclamó la soberanía nacional. También produce desolación ese victimismo constante y esa cantinela llorona  de algunos políticos que siguen repitiendo una y otra vez que se  sienten maltratados por España.  ¡Pobrecitos! Si Cataluña tiene tan morrocotuda deuda no tiene la culpa el resto de España. La culpa la tienen los políticos que en esa Comunidad has dilapidado y derrochado dinero a espuertas en inutilidades. No hay que hacer tantos esfuerzos de memoria para recordar como el tripartito cometió múltiples y variados disparates, creando un agujero en las cuentas insoportable.  La insostenibilidad del Estado de las Autonomías y la posibilidad de que se devuelvan competencias, está metiendo el miedo en el cuerpo a esos que viven de ese poder y que en otra España con menos reinos de taifas tendrían poco que rascar. Mientras puedan seguirán mareando la perdiz. Ya se sabe que huir de la realidad, distrayendo con malabarismos demagógicos evita  que la gente pida responsabilidades.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com

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