¿Nubes en el horizonte? Bastantes. El horizonte prometedor para España venido de la paz, de la democracia, de los avances científicos y tecnológicos y de la producción de riqueza y empleo por parte de las empresas parece que se ha ido perdiendo en los últimos años con los contratiempos, desengaños y contrariedades que marcan a los ciudadanos de nuestro país debido a la mala política del gobierno.
Ya de por sí tenemos encima nubes grises, debido a las dolencias producidas por neurosis e inconsistencias singulares producidas por nuestro estilo de vida. Los nubarrones negros son las desigualdades sociales que comienzan a implantarse entre territorios, la pérdida del estado de derecho; sin olvidar la situación climática y sus consecuencias para la salud y la economía y los vaivenes geopolíticos que nos influyen debido a los conflictos bélicos en acto en el mundo.
Nubes también han sido y son la muerte de millones de inocentes por la pandemia del COVID y por las posibles otras pandemias que nos acechan. Esta lista de factores desestabilizantes son males inexplicables, casi indecibles. Son situaciones que ponen en jaque cualquier pretensión de soberanía de la conciencia del sujeto, incluso el don de la libertad, dado que, ante estos acontecimientos, no se nos conceden respuestas ni explicaciones sensatas, ni se justifican en nombre de la ciencia, de la razón, o de un pretendido progreso. Son sencillamente, en su mayoría, manifestaciones del Mal que enredan al mundo en un sinfín de temporales lóbregos y confusos.
La eclosión de regímenes totalitarios, las dos Guerras Mundiales y la consecuente declinación de las utopías marxistas habrían marcado un nuevo viraje en el pensamiento y sin embargo parece que no aprendimos nada de sus lecciones. Tampoco aprendimos nada los españoles de la gran tragedia que supuso la guerra civil en nuestra historia. Es más, muchos no solo se esfuerzan en crear un nuevo ‘guerracivilismo’ sino que hacen todo lo posible por hacer olvidar el enorme esfuerzo colectivo de superación de todo ese pasado que se encarnó́ en la Transición.
Estamos en mano de un político ególatra y con tendencias claramente autócratas que busca avivar la división entre españoles y el rescoldo de los temores sociales para hacer de ello su medro.
Su sobrevivencia se ha convertido en el proyecto político de su partido y se ha ido transformando en una amenaza mortífera para la democracia.
No me gusta hablar de desesperanza, pero es cierto que a veces me encuentro dividido entre Gibran y Nietzsche, entre el “por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes” y la afirmación de que la “esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”. De todos modos, aunque me incline por la certeza de que mientras hay vida hay esperanza, no puedo negar que el camino que andamos no es de rosas. Hay que seguir luchando y cada uno poniendo lo mejor de sus recursos por forjar un nuevo camino político en la tumultuosa era Sánchez. No dejemos nunca de cuestionarnos. Es lo que intento a través de mis artículos y por eso te pregunto ¿cuál es tu estado de ánimo para afrontar esta crisis? ¿qué te disgusta del presente y sobre todo qué esperas del futuro?