Andalucía cuenta con todos los ingredientes necesarios para ser el polo industrial más potente del sur de Europa

La sociedad andaluza aspira a que la industria sea clave en la generación de empleo a través de un modelo productivo regional donde el conocimiento y la innovación sean la base de la competitividad industrial andaluza. ¿Puede hacernos una foto fija de la situación actual? ¿Puede darnos un diagnóstico de la industria andaluza?

En primer lugar, quisiera señalar que Andalucía cuenta con todos los ingredientes necesarios para ser el polo industrial más potente del sur de Europa. El primero es la experiencia, aportada por las empresas industriales y sus auxiliares, que día a día se esfuerzan por competir e innovar tanto en los sectores tradicionales como en otros más innovadores. También el capital humano, con el personal cualificado en nuestra red de universidades y centros de formación. Un tercer elemento sería la ubicación estratégica: somos puente entre Europa y África, al tiempo que mantenemos unos lazos históricos y culturales muy potentes con Hispanoamérica. Y en cuarto lugar, las infraestructuras: una extensa red de autovías y autopistas, varios aeropuertos con conexiones internacionales y tráfico de mercancías, puertos tan relevantes como el de Algeciras o Huelva, o una red ferroviaria de alta velocidad cada vez más amplia. También considero relevante referirme en este punto al rodaje de la industria andaluza, si me permite la expresión; a la solidez de algunos sectores y subsectores, que puede originar un interesante efecto tractor sobre el conjunto de la industria. Es el caso de la agroindustria, que representa en torno al 24% del empleo y el 21% de nuestra facturación industrial. También de los sectores químico y farmacéutico, cuya facturación supera los 6.600 millones y representa en torno al 11% del PIB industrial de Andalucía, con unas 600 empresas, y el aeronáutico, con ventas que representan el 24,3% de las totales del sector en España y el 32,5% del empleo, facturando casi 2.350 millones anuales y liderando las exportaciones en 2017. Aparte de todo lo expuesto, no debemos olvidar el peso específico de la industria del refino de petróleo, que gracias a las dos grandes plantas de tratamiento en Huelva y Campo de Gibraltar se ha convertido en la actividad más destacada de la industria manufacturera andaluza por valor de la producción; ni tampoco de la relevancia, en volumen de facturación y empleo, que se deriva del tejido industrial auxiliar. En este sentido, me gustaría resaltar la industria auxiliar agrícola, donde ejercen una labor muy relevante las aportaciones derivadas de la biotecnología y el I+D+i; o la industria auxiliar de la construcción, integrada actualmente por más de 7.100 empresas, entre otras. Además, habría que sumar otros subsectores, que también contribuyen desde muy diversos ámbitos a reforzar los objetivos de convertir a la industria en pieza clave de nuestra economía: me refiero a la industria ligera, textil, cultural, de fabricación de mobiliario, mecánica, tecnológica, auxiliar del motor, etcétera. Queremos poner a la industria en la primera línea de la agenda política. Y, para ello, necesitamos el esfuerzo y la colaboración de todas las partes. Debemos potenciar las fortalezas que presentan tanto el sector en Andalucía como la propia sociedad y el territorio; sin olvidar que hay margen de mejora, y que debemos seguir trabajando para consolidar una economía más diversa, más fuerte y, en consecuencia, también más próspera.

¿Cuáles son los retos?

Los más inmediatos, al menos para este equipo de Gobierno, vienen constituidos por los cinco bloques que figuran en el Pacto por la Industria, y que le sintetizo a continuación: desarrollar más el tejido industrial andaluz, con el objetivo de que para 2020 las industrias manufactureras y de servicios avanzados incrementen hasta el 18% sus aportaciones al VAB autonómico. Para ello, planteamos aumentar en un 20% el número de empresas manufactureras y de servicios industriales de entre 10 y 50 personas, incrementar la productividad mediante el desarrollo tecnológico y la competitividad, incidir en la reducción de su intensidad energética en al menos un 5%, y diseñar actuaciones de acompañamiento en procesos de integración industrial. El segundo gran objetivo sería aumentar el empleo industrial y mejorar su estabilidad, calidad y seguridad, con el propósito de alcanzar los niveles de empleo industrial previos a la crisis. Para ello, vamos a desarrollar acciones formativas que aumenten la capacitación de las plantillas, queremos impulsar la reducción de la tasa de temporalidad en un 10%, abogaremos por la mejora de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo -al objeto de disminuir en un 30% la tasa de accidentes graves y mortales-, y defenderemos la aplicación de criterios que favorezcan la igualdad de género, propiciando al mismo tiempo la incorporación de las mujeres al ecosistema industrial. En tercer lugar, hablamos de reforzar la innovación en la industria, y para ello promoveremos la incorporación en las empresas de tecnologías facilitadoras como la nanotecnología, la nanoelectrónica, la fotónica, etcétera, y también impulsaremos la ejecución de proyectos de I+D+i. Otro bloque muy importante es impulsar la internacionalización de las empresas industriales, con el propósito de que aumente en un 20% el número de las que exportan bienes y servicios por valor, al menos, de 50.000 euros anuales. Para lograr éste y otros objetivos en esa misma línea, vamos a destinar recursos y esfuerzos a conocer los mercados exteriores de mayor interés, y también a desarrollar actuaciones proactivas que posicionen a Andalucía como destino inversor. Finalmente, la promoción de la cooperación mutua entre empresas, agentes del sistema regional de innovación y las propias Administraciones Públicas. Queremos incrementar en un 50% el número de empresas industriales manufactureras que colaboren con otras homólogas en el desarrollo de productos y/o procesos y, para ello, habría que impulsar una serie de actuaciones como la lucha contra la economía sumergida y la competencia desleal, el desarrollo de acciones piloto para iniciativas sobre las que carezcamos de experiencia previa, la armonización regulatoria, la simplificación administrativa y, algo muy importante, el impulso de la eficiencia en la propia Administración. Estas medidas, con la mirada puesta en 2020, deben contribuir a sentar las bases de un nuevo ecosistema económico, capaz de propiciar el desarrollo de nuevos sectores y de impulsar al conjunto de la industria.

¿En qué consiste la Estrategia de Industria 4.0 de la Junta de Andalucía?

Más que una estrategia específica sobre este ámbito, lo que tenemos es un tratamiento vertebrador y constante de esa nueva realidad, dentro de la Estrategia Industrial de Andalucía 2020. La razón es muy clara: para nosotros no tendría sentido separar la evolución de la Industria 4.0 del progreso de la industria ‘convencional’, si me permite la expresión, pues entre ambas se generan sinergias, oportunidades y una clara interdependencia. Por citarle algunos ejemplos, le diré que entre los objetivos generales de la Estrategia -concretamente el número 3- figura “Mejorar la innovación en la industria”, incluyendo iniciativas como el fortalecimiento de la innovación en la industria manufacturera, elevar un 20% la intensidad de innovación de las empresas con actividades innovadoras del sector industrial, elevar en un 50% el número de solicitudes de patentes nacionales y duplicar el porcentaje de empresas del sector industrial que se incorporan al mercado digital. Además, la Industria 4.0 está presente tanto en lo que la Estrategia 2020 denomina medidas horizontales como entre las verticales: en estas últimas -que se destinan a entornos o sectores concretos- sí que hay un capítulo dedicado por entero a la Industria 4.0 y recoge entre otras acciones focalizadas hacia la capacitación industrial online, la extensión de las TIC en los campos del Big Data o el impulso de cambios que permitan incorporar el Internet de las Cosas a los nuevos productos y servicios industriales. Por lo que respecta a las horizontales, ocupan generalmente los ejes 1 (denominado Industria eficiente y competitiva) y 3 (Empresas innovadoras y generadoras de empleo). Entre las más relevantes, y sin querer ser exhaustivo, se encontrarían el impulso a la actualización y adaptación de los equipos e instalaciones de producción de las empresas industriales mediante la incorporación de innovaciones tecnológicas; facilitar la incorporación de tecnologías facilitadoras (KET); promover nuevos desarrollos TIC en las áreas más innovadoras, como el Cloud Computing, Big Data, seguridad y privacidad, etcétera; apoyar tanto a los emprendedores innovadores como a las empresas industriales andaluzas ya consolidadas que deseen participar en programas de I+D+i internacionales; o desarrollar actuaciones que propicien el surgimiento y consolidación en Andalucía de empresas de base tecnológica.

¿Puede hacernos un balance de lo desarrollado tras el Pacto Andaluz por la Industria firmado en 2017?

Para nosotros Pacto y Estrategia son dos caras de una misma moneda y, por tanto, difícilmente disociables. El Pacto, como se expuso el día de su firma, es la visualización social de un compromiso adquirido con la industria como nuevo modelo de vertebración económica: y desde entonces hasta hoy, más de 1.850 firmantes -entre los que hay organizaciones empresariales, profesionales independientes y empresas industriales de todos los tamaños- han secundado la propuesta, sumándose a esta iniciativa. En línea con los objetivos específicos que recoge el Pacto, días después de su presentación se creó el Comité de Codecisión, órgano que ostenta la máxima responsabilidad en el procedimiento de gobernanza por el que se regirá la ejecución de la Estrategia, y donde están representados tanto la Administración como los agentes sociales. Y antes de finalizar el año 2017, este organismo aprobó la incorporación a la Estrategia de 21 nuevas medidas para impulsar áreas tan relevantes como la propia Industria 4.0, por la que antes me preguntaba, así como la fabricación avanzada, la industria del transporte, la construcción sostenible, etcétera. Y al margen de esto que le expongo, hay otras tres cuestiones que serán, a nuestro juicio, imprescindibles para movilizar los más de 8.000 millones en que estimamos la inversión derivada de la puesta en marcha de la Estrategia, así como para contribuir al cambio del modelo productivo. Por una parte, se hallan nuestra determinación de incrementar los fondos de apoyo a la I+D+i en al menos un 30% hasta 2020. En estos momentos ascienden a 84 millones. Por otra, ya está vigente -y funcionando a buen ritmo- la nueva Orden de Incentivos al Desarrollo Industrial, que cuenta con 229 millones de presupuesto. Hasta ahora hemos recibido casi 1.200 solicitudes, que en su conjunto suponen una inversión empresarial de en torno a 800 millones de euros. Aquí también citaría el Programa de Incentivos para el Desarrollo Energético Sostenible, de la Agencia Andaluza de la Energía, que cuenta con 227 millones -una parte de ellos para actuaciones en pymes-, y la inminente convocatoria del programa Localiza In +  , con la que pretendemos adecuar unos 300 espacios empresariales a través de las Diputaciones Provinciales. Y finalmente, algo muy novedoso y a nuestro juicio fundamental ha sido la aprobación del Programa de Fomento del Empleo Industrial, que va a poner más de 300 millones al servicio de tres objetivos fundamentales dentro de este sector: reducir la tasa de temporalidad en un 10%, disminuir la tasa de siniestralidad en un 30%, y alcanzar los niveles previos a la crisis en empleo industrial (industria manufacturera) y de servicios avanzados científicos y técnicos. Creo, por tanto, que le hemos sacado bastante partido al año transcurrido desde la firma; y si usted suma las cantidades expuestas, verá que hemos movilizado unas cantidades muy importantes para que los objetivos presentes en el Pacto y en la Estrategia se conviertan en una realidad tangible dentro de los plazos establecidos.

¿Qué objetivos a medio plazo tiene marcados su Consejería?

El gran objetivo de una Consejería que tiene el fomento del empleo entre sus atribuciones es, obviamente, hacer todo lo posible no solo para reducir el número de desempleados, sino también para impulsar la creación de más empleo de calidad. Recuerdo que hace unos meses, la OCDE advertía a España que las características de los puestos de trabajo que se vienen creando disparan la pobreza y la desigualdad: es decir, aportan datos positivos a las estadísticas, pero no mejoran la vida diaria de los ciudadanos y ciudadanas. Y eso es algo que el Gobierno andaluz quiere cambiar. De ahí, las iniciativas que le he detallado para incrementar el empleo industrial, que es altamente cualificado y de calidad. Otro objetivo importante es avanzar en los objetivos esbozados en las distintas Estrategias vigentes: la Industrial, sobre la que hemos hablado, pero también la Minera, la Energética y la de Innovación. Creo muy sinceramente que en ellas se recogen propósitos realistas, abordables, y que si logramos llevarlos a buen puerto seremos capaces de gestar una Andalucía más moderna, con un tejido económico más diversificado y, como consecuencia, más próspera. Y dentro de nuestros proyectos energéticos, quiero citar de manera especial la ejecución del eje eléctrico Baza-Caparacena-La Ribina. Hace alrededor de un año, mi predecesor se reunió en Madrid con el ministro Álvaro Nadal, y obtuvo de éste un compromiso: si presentábamos una serie de documentos e informes que justificasen su necesidad, el Gobierno de España incluiría esta infraestructura en su planificación vinculante. Así lo hicimos, pero ellos no cumplieron. Le he recordado hasta en tres ocasiones que tiene una deuda con Andalucía que debe ser saldada, y no he obtenido respuesta. Y el problema no solo reside en la pésima calidad de servicio que reciben alrededor de medio millón de personas en Andalucía Oriental, sino también en que una zona con gran potencial de desarrollo energético sostenible está casi en barbecho porque no existen vías de evacuación para la energía que se pudiera producir; y como consecuencia, empresas interesadas en invertir allí dan un paso atrás porque no tienen garantizado algo tan básico en una sociedad europea moderna como es el suministro eléctrico. Al final, la pescadilla que se muerde la cola y una muestra más del escaso o nulo interés del Gobierno Central en la ciudadanía andaluza. Confiamos, no obstante, en que entren en razón y cambien de actitud: o dicho de otro modo, en que cumplan lo pactado.

Manuel Bellido

 

por @mbellido

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