A menudo mientras paseo por zonas ajardinadas donde el fin de semana se ha celebrado una “botellana” me pregunto si es posible todavía inculcar a determinados sectores de las nuevas generaciones la importancia de ser ciudadanos responsables, demócratas,   comprometidos con la construcción de un mundo justo, más limpio y más ecológico. Me pregunto dónde es posible encontrar modelos y conocimientos que puedan contagiar y ayudar en la tarea.  Tengo la sensación, viendo ciertos comportamientos, poco educados y civiles, que estos nacen de un rechazo basado en la ley del menor esfuerzo a practicar derechos y deberes civiles y en un desconocimiento de lo que significa “el bien común”.

Nuestra época es rica de un egoísmo ilimitado, que alimenta el desinterés por la felicidad y el bienestar de los otros.  La falta de una “socialidad” basada en la solidaridad y en el esfuerzo genera comportamientos paranoicos. Muchos de estos jóvenes se identifican con ciertos estilos o “looks” basados en  ropas, peinados, accesorios, tatuajes, géneros  musicales, modos de hablar, lugares donde encontrarse. Sin embargo,  las expectativas comunes o las  ilusiones compartidas de un futuro más ecológico, más rico en conocimiento, más culto, más comprometido con la sociedad, no siempre sobresalen.

La sociedad tendría en su conjunto que crear nuevos instrumentos imaginativos para los jóvenes. En mi época de adolescente, existían los centros juveniles.  En ellos se podía leer, discutir, jugar, organizar una marcha, un concurso, escuchar música… Alguno me tachará de anticuado, pero lo cierto, es que aquella dimensión de valores que allí asimilamos nos ha servido a mucha gente de aquella generación a vivir más coherentemente y lograr metas en nuestra trayectoria.

Estoy convencido que el eje articulador de la sociedad juvenil no puede ser una moda, un estilo, una música, un graffiti, la “botellona” de los sábados, o la apatía hacia la sociedad civil.

Es urgente devolver futuro, esperanza y confianza a las nuevas generaciones y no solamente enganchándolos en manifestaciones manipuladas por adultos, para protestar indiscriminadamente por todo. Está bien manifestar la preocupación por la precariedad laboral, la contención salarial, la presión hipotecaria sobre las familias, la restricción del crédito y las políticas de ajuste traducidas en recortes en el bienestar social, pero también es importante transmitir a estos jóvenes que pasó la época del “pelotazo”, del “chollo” del trabajo de funcionario, del aprobado fácil, de la subvención, del enchufismo…    Habría que transmitirles la cultura y el valor del esfuerzo. Que todo lo que vale cuesta algún esfuerzo y que todo esfuerzo tiene su recompensa.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com