En todos los ámbitos hay personas  que escuchan y miran con respeto las ideas y las opiniones de los demás y hay también miopes, tuertos y ciegos a los que le falta probablemente neuronas espejos y ni ven, ni escuchan,  ni consideran las visiones de los demás.  Lo digo por algunas conversaciones que hoy tenido con ciertas personas y por comentario que he leído en la prensa o escuchado en la radio.

Nunca deja de sorprenderme cuando escucho opiniones de tertulianos,  declaraciones de políticos  o simples comentario de conocidos alrededor de una cerveza en un bar, el orgullo ilimitado que tienen algunos y la suspicacia  hacia el talento y la inteligencia ajena. Hay personajes que cuando abren boca, y esto se da mucho en la política, que parecen ir a cada paso queriendo enrolar a la fuerza creyentes de sus postulados o tratando de captar vulgares adoradores de sus creencias mientras insultan  la inteligencia ajena.

Son formas de querer ejercer poder e influencia muy cercana a los cesarismos  detestables de los malos gobernantes.  Con  el dolor en carne viva de los atentados de París, es curioso observar cómo hay quien se presenta en estos días como portavoz exclusivo de la razón y de la paz. Es curioso escuchar, desde un “buenismo” instalado cómodamente en la interpretación de  la realidad, de acuerdo a prejuicios ideológicos   y no a lo que significan los hechos,  justificar un terrorismo sanguinario,  como es el que practica el Dáesh mientras se carga toda la responsabilidad sobre Occidente.

Una parte de la izquierda, la de siempre, sigue sin unirse al  cierre de filas de los demócratas contra el terror.  Lo de Pablo Iglesias e IU  no son razones,  parecen más bien brindis al sol y acusaciones interesadas.

Lo de Paris ha de considerarse un acto de guerra y responder como tal.  Está en juego, y no es una broma,  la seguridad y la libertad de los ciudadanos. Está en juego nuestra vida y la de nuestros hijos.  Algunos se rasgaran las vestiduras con las palabras que hoy ha dicho Hollande: “No se trata de contener, sino de destruir al Estado Islámico”, sin embargo, no hay otra salida, con los asesinos no vale ni la diplomacia ni los cuerdos, con los asesinos  no se negocia. No hay guerra de civilizaciones porque el adversario no es una civilización,  son solo cobardes criminales a los que hay que derrotar, antes que nos derroten a nosotros.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com