Dejemos de envenenar el aire

La Organización Mundial de la Salud ha lanzado un mensaje alarmante: el 80% de los ciudadanos europeos respira a diario un polvo sutil que traspasa el limite previsto por la ley, sabiendo además, que de por sí  esos límites son ya demasiado bajos para poder garantizar la salud de las personas.  Se trata de pequeñísimas partículas de 2,5 micrómetros de diámetros que pululan en el aire cargadas de polvo, compuestos metálicos, sales, plomo y carbono. Para la OMS la exposición a estos gases además de causar enfermedades, acorta la vida, al menos en nueve meses. Según la OMS los gobiernos europeos  tendrán, lo antes posible, que comenzar a preocuparse seriamente de la calidad del aire que respiramos. No bastaría bajar el limite (en EE.UU el máximo permitido para estas partículas es de 12µg/m3,  la mitad de nuestro limite estándar). Sería fundamental reducir la contaminación urbana, producida sobre todo por los automóviles, pero sin dejar de lado la intervención en otras fuentes de contaminación.  Habría que recordar a los políticos que pasan tantas horas en el hemiciclo del Congreso de los Diputados a echarse recíprocamente las culpas de todo, a medir quien gana más o menos, quien corrompe más o menos,  regalando a los vientos demagogia barata, que dedicasen su tiempo a encontrar soluciones para hacer que la vida de los ciudadanos sea más saludable. Soluciones para que el aire que respiramos en las ciudades sea más sano y que ellos mismos dejen de envenenar el aire social con sus insidias y sucias estratagemas para alcanzar el poder.