Hablar de educación y respeto es siempre tarea difícil. Son valores que se aprenden en familia y cada una tiene su librillo. La mala educación se presenta casi siempre, quebrando límites de reglas y, a veces, sin posibilidad de razonar adecuadamente con quien no las comparte.
Cerca de mi casa hay un contenedor de vidrio, otro de papel y de cartón, otro de plásticos y los habituales de basuras. No hay mañana que pasando junto al contenedor de vidrios lo encuentre en estado normal. Casi siempre encuentro botellas tiradas sobre la acera o dentro de bolsas de plástico en el suelo junto al contenedor. Por la cabeza me pasan en esos momentos valores, pautas de comportamiento, prohibiciones y reglas. También la palabra respeto se hace camino en mi interior como elemento indicador en nuestras acciones y por el cual la buena educación tienen su razón de ser.
Los japoneses tienen unas tasas de reciclaje del 98% para el papel y del 96% para el vidrio. Esto significa que existe además una legislación en materia de reciclaje y que la población sigue al pie de la letra dichas reglas. Pasear por las calles de Tokio es un gustazo observando la limpieza de sus calles. Al menos está fue la impresión que tuve la ultima vez que lo visité. Es un pueblo que tiene asimilada una cultura de respeto por el medio ambiente, por el orden y la limpieza. Tanto es así, que las familias clasifican las basuras en nueve categorías diferentes. Así querría que fueran también nuestras ciudades. Disciplina, respeto y buena educación brillan por su ausencia para ciertos sectores de nuestra población.
El debate, al parecer está, en hacer convivir el derecho a tener una ciudad limpia con el derecho a usarla como un gran basurero y como a ciertos mal educados les viene en gana. Yo me pregunto siempre como es posible que uno haga el esfuerzo de llevar las botellas vacías junto al contenedor y no se capaz de alzarlas un metro del suelo para introducirlas por el agujero correspondiente. Yo no veo mal el hecho de que unos jóvenes se reúnan con sus compañeros u amigos a tomar unas cervezas, aunque sea en la calle pasando frío e incómodamente de pie, veo mal el comportamiento de bárbaros, que algunos exhiben no respetando ese espacio común que es la calle. Menos mal que los servicios de limpieza de nuestra ciudad son cada vez más eficaces y pasan el mismo día dejando otra vez el espacio agredido por la basura en buenas condiciones. La familia es un ámbito donde los chavales forman su sensibilidad, parte de su pensamiento y sus actitudes. Pongo de nuevo el tema sobre la mesa. ¿Estamos ocupándonos de enseñar a las nuevas generaciones comportamientos civilizados que aporten cosas positivas a la sociedad? ¿Somos de ejemplo los mayores? Una de las primeras cosas que aprendí de mi madre era la de limpiar aquello que había ensuciado. Las cosas que se aprende en la infancia, nunca se olvidan

por @mbellido

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