He encontrado en una carpeta de hace veinte años un cuaderno con anotaciones sobre películas, exposiciones y libros que me sugerían alguna reflexión y que transcribía para no olvidar. Algo similar a lo que estoy haciendo con mi blog, pero con la particularidad de que ahora puedo compartirlo con inmediatez con otros. De vez en cuando, el azar y la memoria rescatan a acompañantes de las varias etapas de nuestra vida, protagonistas de nuestro crecimiento, revelando que el olvido sólo es un destino provisional. En una de las páginas de ese cuaderno he vuelto a encontrar a Kazimierz Brandys. Probablemente acababa de leer ‘Miesiace 1978-1981’, y había quedado muy impresionado por la actitud y la amplitud de emociones que el escritor polaco expresaba en esa especie de diario frente a los acontecimientos que se estaban desarrollando en aquel entonces en su país, sus temores, sus observaciones políticas, filosóficas y religiosas, su opinión sobre el nacimiento del primer sindicato libre en un país del Este. Brandys, de origen judío, había estudiado la carrera de Derecho en la Universidad de Varsovia y, después de la terrible guerra, allí se instaló. Publicó ‘Madre de los reyes’ y ese fue el detonante para que lo asociaran con el ala liberal de la intelectualidad de su país y, más tarde, con la oposición democrática. El libro desde un punto de vista literario no me había gustado mucho. Lo achaqué al afán testimonial de sus anotaciones. Un escritor tiene el deber moral y civil de ser testigo de la realidad que le circunda. Por encima de su actividad y de su obra está su condición de hombre libre y esto, en ocasiones, no favorece la expresión literaria ni garantiza al cien por cien la calidad de la forma. El libro, además de ser un gran testimonio, es un documento muy útil para comprender cómo un intelectual de profunda raíces europeas y de gran cultura haya observado y juzgado la realidad de su tiempo y escrito sobre hechos que cambiaron el semblante de Polonia. El libro vuelve a mi memoria y conecta con mi deseo constante de contar y tratar de interpretar el actual contexto histórico, de encontrar respuestas sobre dónde estamos y hacia dónde vamos. Kazimierz Brandys en su libro supo colocarse en la realidad de aquel momento de manera magistral, aunque no ofreciera pistas sobre el destino futuro. En España, por la crisis, por la situación de desbarajuste político y falta de valores en la sociedad actual, llevamos meses en un sinvivir y nada nos alivia. La desinformación y la anestesia invaden las casas a través de la pantalla del televisor. Dan miedo los últimos datos referidos al consumo de TV. En enero el promedio de consumo de los individuos con TDT se situó a más de veinte minutos por encima de los que aún no disponían de ella. En definitiva, más canales, más consumo, menos lectura. Siempre me enseñaron que leer sirve también para vigilar el poder político, porque induce a pensar, a reflexionar, a interrogar, a poner en tela de juicio y discrepar. Se sabe que todo poder tiende a aniquilar o controlar, sofocar o desactivar, a anexionar a los díscolos. La TV bien manejada por el poder es un arma tóxica capaz de cambiar el color de la realidad, de evitar el desarrollo de seres inquietos que le planten cara. El virus de la ignorancia que nos ataca hoy es de los malos, del que hace que la UVI se prolongue más de lo necesario en esta crisis económica. Kazimierz Brandys, en este panorama de bostezos deslavazados, me vuelve a dar ánimo para seguir despertando conciencias desde el periodismo. Él lo hizo en su patria. ¿Tienen los políticos el derecho de hastiarnos? No. Nos merecemos otra cosa.

Querida España, ¡levántate y camina!

por @mbellido

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