Hablando  en estos días con personas de distintos ámbitos profesionales, sociales y políticos  se coincide en la opinión que en estos tiempos está reemergiendo la necesidad de nuevos planteamientos morales. Son muchas las preguntas que desde la sociedad en general y desde los medios de comunicación se están haciendo sobre la política y la vida pública. ¿Qué significa la  palabra moralidad para un político? ¿Es la ética un valor olvidado en los ámbitos privilegiados del poder? ¿Vida privada y responsabilidad pública coinciden? ¿Son las leyes aplicables a todos por igual? Mucho se está hablando de estas cuestiones a través de artículos, tertulias o encuentros públicos a raíz de casos de corrupción, de prevaricación y de abusos de poder. Son preguntas que deberían ser respondidas con urgencia antes que la sociedad definitivamente de la espalda a partidos, sindicatos y administradores públicos. Viajando en la  memoria personal y colectiva, rebuscando en mis experiencias pasadas,  reconozco haber conocido personas, comprometidas o no con la política, que acomunaban la pasión por el bien común y por el progreso del país apoyándose en valores éticos. Políticos, empresarios, religiosos, simples ciudadanos que anteponían la justicia, la honradez y la entrega a cualquier interés personal, material o de poder. Personas que me han demostrado que los valores morales tienen mucho que ver con todos los aspectos de la vida y sobre todo, que la política no puede solamente reducirse a una profesión o a un problema de coherencia partidista, sino que tienen que medirse constantemente en su capacidad de trabajar por un fin social. ¿Es posible que este tipo de personas sea una raza en extinción?

Es deseable que vuelva   el “Bonun commune” de la tradición europea filosófica o cristiana. La vida del político tendría que girar alrededor de la aspiración diaria de ofrecer respuestas eficaces a las necesidades de los ciudadanos y nada más.

A veces se tienen la sensación escuchando a algunos políticos que recitan un papel que no es el suyo en una comedia que ya no llena plateas de teatros porque aburren  y entristecen. Ser protagonista de la propia existencia es vivir confrontándose constantemente con la conciencia. Para un ciudadano normal o para un político tendría  que ser la norma de las normas. Deseable sería que algunos políticos redescubrieran la Política.

por @mbellido

La web del periodista Manuel Bellido Bello con opiniones, artículos y entrevistas publicados desde 1996. Manuel Bellido https://en.gravatar.com/verify/add-identity/09e264a7e3/manuelbellido% 40manuelbellido.com